tag:blogger.com,1999:blog-56027495733493554862024-03-24T16:44:45.384-03:00Migajas Teológicas"Dar razón de la esperanza" (1 Pe 3,15) <br> de modo claro y profundo, con lenguaje actual y significativo, en clima orante y sapiencialAFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.comBlogger230125tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-51275577139022577612024-03-24T16:44:00.001-03:002024-03-24T16:44:10.300-03:00Ramos 2024<p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Las lecturas del Domingo de Ramos nos ofrecen cuatro puertas de entrada a la Pascua del Señor Jesús, a saber: una imagen, una lógica, una actitud y un estilo. Habrá otras, sin duda, pero hoy nos dedicamos a éstas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #0b5394;">Una imagen.</b><span style="color: #0b5394;"> El Domingo de Ramos puede compararse a los </span><i style="color: #0b5394;">trailers</i><span style="color: #0b5394;"> del cine, esos avances de las películas que nos muestran anticipadamente algunas escenas representativas. Allí no está todo dicho, pero queda claro el </span><i><span style="color: #990000;">tono</span></i><span style="color: #0b5394;"> del film. Lo mismo pasa hoy. Con las distintas lecturas, la Iglesia empieza a disponer nuestros corazones para el gran Misterio.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #0b5394;">Una lógica. </b><span style="color: #0b5394;">En Betania una mujer se acerca a Jesús y derrama sobre su cabeza un perfume costosísimo. Entonces los presentes se indignan. Lo ven como un </span><i><span style="color: #990000;">derroche</span></i><span style="color: #0b5394;">. Pero Jesús la defiende. Porque ella no sólo ha realizado un gesto profético - el de la unción fúnebre -, sino que ha puesto de manifiesto la lógica misma del amor divino, una lógica de la sobreabundancia, de una santa desmesura, de la cual Cristo es el ejemplo más cabal.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;"><b>Una actitud. </b>El profeta Isaías nos regala la confesión de un enigmático Servidor de Dios, que es débil y fuerte a la vez. La declaración es breve pero sustanciosa. Rescatemos hoy estas pocas palabras: "no me resistí ni me volví atrás". Que sea éste nuestro modo de vivir la Semana Santa: asumiendo el Misterio en su integridad, </span><span style="color: #990000; font-family: georgia;"><i>sin recortes ni atajos ni regateos</i></span><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">. Que podamos transitar con Jesús, en la verdad, todas las estaciones de su camino de amor, tanto las más oscuras como las más luminosas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"><b style="color: #0b5394;">Un estilo.</b><span style="color: #0b5394;"> Jesús pide a dos de sus discípulos que le busquen el asno con el que habría de entrar en Jerusalén. Podría haberlo hecho él mismo, pero quiso </span><i><span style="color: #990000;">asociar </span></i><span style="color: #0b5394;">a los suyos en el cumplimiento de la profecía de Zacarías. La salvación es obra de Dios, pero eso no quita que el tenga pensado para cada uno de nosotros una misión. El cristianismo busca la integración como reflejo de la reconciliación humana y la comunión divina. Pidamos la gracia de ocupar el lugar que nos asignó el Padre en su Providencia, de representar el papel que nos toca, no sólo en esta Semana Santa sino en la trama más amplia de la historia. </span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjB3BWmZ8t604WS8hXOHONdsVyUJyPIZRvMdk_bNqugYFlwX7eNNdjBMJ7xbZa7nBtc9eGKg7df1cgQO-KfKrWabm40s6FDY0BxiUTEQZtyPgZx_xvQUVBO9J98EIV7af9Vswns-7iKWnnV4Y2FNDqy9BCN-zV7jWoxGgu7pHjoAxwySebaBv4sWAp4a5w/s1200/domingo-ramos.jpg.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="627" data-original-width="1200" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjB3BWmZ8t604WS8hXOHONdsVyUJyPIZRvMdk_bNqugYFlwX7eNNdjBMJ7xbZa7nBtc9eGKg7df1cgQO-KfKrWabm40s6FDY0BxiUTEQZtyPgZx_xvQUVBO9J98EIV7af9Vswns-7iKWnnV4Y2FNDqy9BCN-zV7jWoxGgu7pHjoAxwySebaBv4sWAp4a5w/w400-h209/domingo-ramos.jpg.webp" width="400" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-17143316041867685842023-12-28T19:27:00.000-03:002023-12-30T19:27:14.204-03:00Santos inocentes (28.XII.2023)<p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;"> La fiesta de hoy es un escándalo. Pero un escándalo de luz, un escándalo cristológico que pide un salto de nivel, un salto de fe. Porque "la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres". "Feliz aquél para quien yo no sea motivo de tropiezo", dice Jesús.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Es preciso reconocer la audacia de la Iglesia que <i>celebra</i> a los Santos mártires inocentes; y encima en la octava de Navidad. Es la audacia de la Esperanza, que corre de la mano de la Fe y de la Caridad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">En la primera lectura escuchamos que "Dios es luz". Ante Jesús nadie queda indiferente. Él es "causa de caída y de elevación". Él pone "de manifiesto los pensamientos más íntimos". Y así fue, lamentablemente, con Herodes. Cuánta fragilidad esconde la prepotencia de los poderosos del mundo. Basta escuchar la noticia del nacimiento para que se cumplan las palabras del libro de la Sabiduría: "se llama a sí mismo Hijo de Dios... su sola presencia nos resulta insoportable". </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Nos espanta la matanza indiscriminada, la injusticia absurda, la crueldad inexplicable que parece no tener fin. Pero no la señalamos con aire de superioridad, sino confesando nuestra complicidad con el misterio de iniquidad. También aquí corresponde escuchar al Maestro: "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Y el apóstol agrega: "Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros". Presentamos ante el altar de Dios nuestras propias violencias y todos los verdugos de la historia, para que este sacrificio de reconciliación contribuya a que los corazones endurecidos se vuelvan permeables a la misericordia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Nos conmueve el llanto de tantas madres, familiares y amigos, que viven y reviven el drama del sufrimiento inocente. Hubieran querido cambiar su lugar con el de las víctimas, pero se les pide estar junto a la Cruz, como María. Muchos de ellos "no quieren ser consolados": están como atrapados en su dolor, en su angustia, o, quizás peor, en su resentimiento. También para ellos tiene Jesús una palabra de resurrección: "No temas, basta que creas". "Yo hago nuevas todas las cosas".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Contemplamos ahora a esos niños masacrados sin piedad. Ocurrió entonces, como ocurre todavía hoy. Muertes anónimas que se asumen fríamente como variables de una ecuación. Muertes que se justifican en pos de un bien supuestamente mayor. Mueren sin saber que mueren. Y la liturgia dice que, aún así, mueren por Cristo. Esa bendita preposición: <i>por </i>Cristo. Ocupan su lugar, para que Él pueda salvarse. Qué admirable intercambio, que es como un fruto anticipado de otro intercambio más admirable aún.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">La pasión forzada de los inocentes es asumida y coronada por la pasión voluntariamente aceptada de Cristo. Cristo vino para todos y muere por todos: por los verdugos y por las víctimas. Los Santos inocentes dan testimonio, con su sangre pura, de otra sangre aún más pura: la que habla más elocuentemente que la de Abel, la del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, la que nos abre las puertas de la Casa del Padre, donde "no habrá más muerte, ni pena, ni queja ni dolor". </span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-35894231188489143752023-06-06T16:14:00.000-03:002023-06-06T16:14:27.588-03:00Implicancias de la misión<div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: times;">El siguiente pensamiento de Hans Urs von Balthasar surge con motivo de Teresa de Lisieux, pero vale para toda vocación humana. </span></div><div><span style="color: #073763; font-family: times;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: times;">"Nada hay más delicado, nada más frágil que una misión. Se la daña insensible, pero también sensiblemente, y hasta puede quebrársela total e irreparablemente. Manos groseras, que andan a tientas, aun con buena voluntad, pueden echar muchas cosas a perder. Dios no mete a sus santos bajo la campana neumática, sino que los echa en medio del áspero ambiente del mundo pecador, de la pecadora cristiandad" (H.U.v. B., <i>Teresa de Lisieux. Historia de una misión</i>, Herder, 91).</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: times;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: times;">La misión que cada uno recibe, o mejor, que cada uno es, no es un mandato a-temporal sino un llamado histórico. Cada uno forma parte de una trama más amplia, de manera que la propia misión condiciona y es condicionada siempre, para bien o para mal, por otras misiones. Nacer no implica ser arrojados, como diría el existencialismo nihilista, sino ser enviados en el Hijo. Es la lógica de la Encarnación, que asume el mundo como es, adentrándose en él precisamente para imprimirle una gracia nueva. Pero semejante honestidad hace que el encuentro resulte dramático, es decir, pascual. La idea de una campana espiritual no es cristiana sino gnóstica. Porque el Espíritu de Dios no es sinónimo de evasión sino de compromiso. "Tanto amó Dios al mundo que <i>entregó </i>a su Hijo al mundo" (Jn 3,16).</span></div><div style="text-align: justify;"><br /><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3JuR0KhXrOID-vFL4Sroj76RaIQ2CYEHqYWdgKgTbU4INV2BwY3Gs-05YvAr40tPe9mVgAJ2gGmOFZiLnwXo_Q6VF0wAyLeSbL4LyndmjgTzB8pYfMfQQEoldZuevpJ07TGONWy0JBC1wCI9Pj0hEZ2Wx07F3Jnzl1nfotjrdz1L2z9u2Kmr4lQ3_/s263/Teresita.jpeg" imageanchor="1"><img border="0" data-original-height="263" data-original-width="191" height="263" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3JuR0KhXrOID-vFL4Sroj76RaIQ2CYEHqYWdgKgTbU4INV2BwY3Gs-05YvAr40tPe9mVgAJ2gGmOFZiLnwXo_Q6VF0wAyLeSbL4LyndmjgTzB8pYfMfQQEoldZuevpJ07TGONWy0JBC1wCI9Pj0hEZ2Wx07F3Jnzl1nfotjrdz1L2z9u2Kmr4lQ3_/s1600/Teresita.jpeg" width="191" /></a></div><br /></div>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-89238735284213432242023-05-11T16:39:00.003-03:002023-05-11T16:41:54.676-03:00Coincidencia<p style="text-align: justify;"><i><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Desde entonces, se fue formando y afirmando cada vez más la convicción de que había que reformar el sistema mismo, por encima de los abusos particulares; que si la cabeza se negaba a ello el cuerpo debería realizar esta reforma sin ella, y si fuere necesario, contra ella. (1)</span></i></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: georgia;">¿Qué momento de la Iglesia retratan estas líneas? Yves Congar refiere así los antecedentes inmediatos de la reforma protestante, hacia fines del siglo XV. Lo curioso es que su descripción aplica perfectamente al discurso de quienes impulsan el Camino Sinodal en Alemania (2019-2023). La coincidencia da para pensar. Y rezar también. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: georgia;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #444444; font-family: georgia;"> (1) Yves Congar, <i>Verdadera y falsa reforma en la Iglesia</i>, Salamanca, Sígueme, 2014, 313 [2° ed., 1968].</span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-26442486345522929172023-04-15T21:10:00.000-03:002023-04-15T21:10:06.423-03:00No nos dejes caer en la tentación<p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">En 1992 el conocido exégeta Ignace de la Potterie escribió: </span><span style="font-family: inherit;">"La orientación política del mesianismo es una tentación diabólica, tanto para Jesús como para los discípulos" </span><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">(<i>La oración de Jesús</i>, PPC, 71). Basta cambiar una palabra para obtener lo siguiente: </span><span style="font-family: inherit;">"La orientación política del ministerio es una tentación diabólica"</span><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">. Nunca está de más recordarlo. </span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNGUl98UjScXVcASWfoshHNR3J552XLioGzEP6D8Ese6vD1O0dRJoYOCbirIjNjMFRY43qYt6kWCBsEXJ4R-rPX9DPpVwQa8B0quiJDd9r77a-tjbYGSJi-afQrzntLFCpodWrPp7xMpwqw8RnumeNBmGFQyTIiF0vjuHKlAfROjIGPfiw6i8n8_4l/s200/moneda.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="200" data-original-width="200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNGUl98UjScXVcASWfoshHNR3J552XLioGzEP6D8Ese6vD1O0dRJoYOCbirIjNjMFRY43qYt6kWCBsEXJ4R-rPX9DPpVwQa8B0quiJDd9r77a-tjbYGSJi-afQrzntLFCpodWrPp7xMpwqw8RnumeNBmGFQyTIiF0vjuHKlAfROjIGPfiw6i8n8_4l/s1600/moneda.jpeg" width="200" /></a></div><br /><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span><p></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-78110155576488107952023-04-08T23:00:00.001-03:002023-04-09T09:02:44.735-03:00Vigilia pascual 2023<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-family: inherit;">La Resurrección de Jesús es alegría</span></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">La primera palabra de Jesús Resucitado es “Alégrense” (Mt 28,9). Esta noche la Iglesia estalla de alegría por Jesús Resucitado. No es para menos. La muerte ha sido vencida; y con ella, todas nuestras pesadillas. No es una alegría fácil, de cotillón, sino una alegría que asume la condición dramática del hombre. Una alegría capaz de beber el cáliz hasta el final. Una alegría tan fuerte que no sabe de olvido, sino de perdón. “Esta es la noche en la que Cristo rompió las ataduras de la muerte y surgió victorioso de los abismos” (Pregón pascual). Y nosotros re-surgimos con Él. No es una metáfora sino una realidad profunda, grabada en nuestra carne desde el día de nuestro bautismo. Llevamos impresa la marca de la cruz, que es ante todo una auto-entrega de amor. Entrega a los hombres, que no supimos (o no quisimos) comulgar con la inocencia del nuevo Adán; pero a la vez entrega confiada al Padre, en cuyas manos el Hijo decidió dormirse, en la certeza de que habría de despertar a la eternidad. Esta es la Buena Noticia: Jesús está vivo y la muerte no tiene la última palabra. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">Señor, te pedimos que nos confirmes en la Esperanza.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-family: inherit;">La Resurrección de Jesús es luz</span></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">La oscuridad al comienzo de la celebración nos permitió conectar con las sensaciones de un mundo sin Dios. Es terrible comprobar la falta de luz en nuestro tiempo. Si prestamos atención a las series, la música, las noticias, el humor, los dibujos infantiles, los boliches… ¡cuánta oscuridad! Y nos vamos acostumbrando a ese tono falto de color, falto de vida; tono gris, triste y por momentos ácido. Hoy encendemos el cirio pascual como un signo de Jesús Resucitado, que es la luz del mundo, y que espera de nosotros lo mismo. Ser luz en mi familia, en mi trabajo, con mis amigos… Donde quiera que vaya, ser testigo de la Resurrección, ensanchar el horizonte hacia Dios; que para Él estamos hechos, y sólo en Él descansa nuestro corazón. En un mundo fragmentado que se conforma con relatos parciales, con historias mínimas, con imágenes sueltas, nosotros gozamos con Jesús: principio, centro y fin de todo lo creado. Él es la pieza que da sentido al mosaico de la historia, la llave que abre los enigmas que nos angustian. Ya está: el Cordero ha vencido, el Buen Pastor ha regresado. No hay nada que temer. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">Señor, te pedimos que nos confirmes en la Fe.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-family: inherit;">La Resurrección de Jesús es libertad</span></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">El sepulcro de Jesús estaba asegurado por una piedra grande. Como si la muerte no fuera suficiente, la piedra viene a reforzar la idea de que se trata de algo irreversible. Sin embargo, las mujeres ven cómo la piedra es corrida. Para Dios nada es imposible. En esa piedra están todos nuestros pecados, todos los actos que nos alejan de Dios: incredulidad y cinismo, soberbia y egoísmo, mentiras y excesos, hipocresía y rencor, ira y vanidad… en una palabra: autosuficiencia. Pero la resurrección no es sólo un hecho físico, sino espiritual. Es más, Jesús vence a la muerte porque antes vence al pecado. Y en Él somos libres, libres para amar como Él nos amó. La resurrección es poder frente al mal, y libertad para el bien. En esta noche renovamos la gracia del bautismo, gracia de hijos en el Hijo. Es así: “la santidad de esta noche aleja toda maldad, lava las culpas, devuelve la inocencia a los pecadores y la alegría a los afligidos” (Pregón pascual). La gloria es darse sin reserva, servir con alegría y perdonar de corazón. Como Jesús. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">Señor, te pedimos que nos confirmes en el Amor.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><br /></span></div></div><div style="text-align: justify;"></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-UHLxaITa_iw7IhMOvlFihtJnv17OhAtJt0wAdELU-x9YONO7VS5yfJORZoiHdyE-_mFekolsv1jjVx1m3a6io9Ej5MpNvi47uM152HFi8STNVIxPBKANdsA6J_eCQEX7hakHFPutyzE70zNB8vDRTi27JSph-K17apEhsz16jRsrZWNDcbqXbysI/s1445/Resurreccio%CC%81n.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1445" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-UHLxaITa_iw7IhMOvlFihtJnv17OhAtJt0wAdELU-x9YONO7VS5yfJORZoiHdyE-_mFekolsv1jjVx1m3a6io9Ej5MpNvi47uM152HFi8STNVIxPBKANdsA6J_eCQEX7hakHFPutyzE70zNB8vDRTi27JSph-K17apEhsz16jRsrZWNDcbqXbysI/w221-h400/Resurreccio%CC%81n.jpeg" width="221" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-88947253597514602342023-04-06T21:22:00.000-03:002023-04-06T21:22:01.146-03:00Misa de la Cena del Señor 2023<p align="center" class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: center;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span lang="ES-TRAD"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">Celebrar la Pascua es contemplar lo más hondo del misterio de Jesús. Iremos entrando de a poco, paso a paso, de la mano de la Iglesia, que conoce como nadie los tesoros de la fe cristiana. En este primer momento ella nos invita a sentarnos a la mesa de la última cena. La sala es grande y está arreglada con almohadones. Los discípulos saben que las autoridades quieren matar a Jesús. Él mismo había dicho, en más de una oportunidad, que <i>debía </i>morir y resucitar. Pero ninguno termina de entender qué significa eso. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span lang="ES-TRAD"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0cm 21.3pt; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">“Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo la conservará para la vida eterna” (Jn 12,24-25).<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"><span lang="ES-TRAD">Ha llegado la hora de pasar de este mundo al Padre. Esa hora coincide con la pascua judía, que celebra el fin de la esclavitud. Pero una cosa es la libertad política y otra cosa es la libertad espiritual. ¿Quién puede negarlo? ¿Quién no sufre la contradicción en su propia alma? Como dice san Pablo: “</span>no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (<span style="text-align: left;">Rm 7,19</span><span style="text-indent: 21.3pt;">).</span><span style="text-indent: 21.3pt;"> </span><span style="text-indent: 21.3pt;">Jesús nos libera de la peor esclavitud, que es el pecado, o sea la incapacidad de amar bien. Pasar al Padre es volver a casa, donde siempre nos reciben con los brazos abiertos; es reencontrarnos con nuestra identidad más profunda: la de hijos de Dios.</span><span style="text-indent: 21.3pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">En la última cena Jesús ofrece la clave de lectura de su pascua. La muerte no es algo que se le impone desde fuera, sino algo que él asume desde dentro, con plena conciencia. Es un paso dado en libertad, un servicio que nace del amor. Entonces, para enseñarnos eso, realiza un gesto fuerte que invita a repensar el sentido de la autoridad. Jesús, que es Maestro y Señor, se abaja al punto de asumir la tarea de un esclavo. Enorme paradoja: el hombre libre se vuelve esclavo para que los esclavos lleguemos a ser libres. “Amor saca amor”, dice santa Teresa de Jesús. La escena cuesta un poco: por un lado, nos conmueve su ternura, su humildad, su magnanimidad; por otro lado, nos duele verlo encorvado, lidiando con nuestros olores y nuestros callos, limpiándonos el barro de las calles inmundas que transitamos en las noches de tormenta. Él no dice nada. No le hace falta. Primero lava nuestros pies llagados, después los seca y finalmente los besa. Es entonces cuando un santo temor nos atraviesa. Pedro no se contiene. Le parece demasiado y protesta. Pero Jesús lo ubica en un instante: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte” (<span style="text-align: left;">Jn 13,8.</span><span style="text-indent: 21.3pt;">)</span><span style="text-indent: 21.3pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">El lavado es un signo de la gracia, un signo del Espíritu Santo que restablece la comunión perdida; ante todo en el Bautismo, pero también en cada perdón. Dejemos de lado nuestro orgullo y reconozcamos todos que necesitamos de Jesús. Y si Él se abajó, también nosotros tenemos que hacer lo mismo. Cuánta gente necesita ser mirada más allá de lo que hace o tiene. Cuánta gente necesita un oído atento, una palabra sincera, una mano amiga. Cuánta gente necesita tiempo de calidad en un mundo que corre sin saber para qué. Y todo eso sin exigir nada a cambio, sino porque sí, porque Dios nos amó primero. La gloria es amar hasta el fin, hasta el extremo. “El que pierda su vida por mí la encontrará” (<span style="text-align: left;">Mt 16,25</span><span style="text-indent: 21.3pt;">).</span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">El lavado de los pies no podía quedar reservado al círculo de los primeros discípulos. Ni tampoco el misterio de la muerte y resurrección cifrado en ese lavado. Por eso Jesús instituye la eucaristía, para que todos podamos hacer experiencia del amor que sana. En el sacramento del pan y el vino queda perpetuada la entrega única y definitiva que redime la historia universal. En cada Misa Jesús lava mis pies y mis manos, mi boca, mis ojos, mis oídos… Me lava entero con su sangre de cordero inmaculado. Y así cambia el rojo de mi vergüenza por el blanco de la inocencia. Cada vez que comemos el cuerpo de Cristo proclamamos la muerte de Jesús, que no es el triste final de un individuo sino el origen luminoso de la nueva familia humana. Cada vez que comemos el cuerpo de Cristo, comulgamos con su Amén al Padre, ese Hágase incondicional que vence el egoísmo y el miedo con la confianza del Niño más niño de todos.</span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394; font-family: inherit;">Demos gracias al Padre, que por el Espíritu hace presente sobre el altar a Jesús, el Hijo amado, el Sacerdote que se ofrece por nosotros y con nosotros. Demos gracias porque en Él hemos conocido el amor. No el amor mezquino que sólo busca el propio interés, sino el amor generoso que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Cuando comemos Su carne, inmolada por nosotros, somos fortalecidos; cuando bebemos Su sangre, derramada por nosotros, somos purificados. Celebrar la Misa es honrar la entrega de Jesús; y comprometernos a seguir sus pasos. Con esta alegría hacemos nuestras las palabras del salmista: “¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación en invocaré el Nombre del Señor” (<span style="text-align: left;">Sal 116, 12</span><span style="text-indent: 21.3pt;">).</span></span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-38273911558055197992023-04-02T17:36:00.000-03:002023-04-02T17:36:52.701-03:00Ramos 2023<p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Jesús entra en Jerusalén, y nosotros entramos con Él. Pero esta vez la tierra santa no es un lugar, sino un tiempo. Nos disponemos a vivir la semana mayor de la fe cristiana, y le pedimos al Padre que nos regale los sentimientos de su Hijo. Porque reconocemos que en muchos sentidos somos como la multitud del Evangelio, que festeja a Jesús con un entusiasmo sincero, pero bastante inmaduro. Hoy cantamos de corazón “hosanna al Hijo de David”, pero es probable que en pocos días (u horas) nos vean gritando “crucifíquenlo”. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Jesús elige un asno que nadie había montado previamente. ¿Por qué? Porque de ahora en adelante todo es nuevo, inaudito. Y así queremos transitar la pascua: con el asombro de la primera vez, tan propio de los niños. No queremos presumir de sabios, de experimentados, sino que nos entregamos a Dios para que Él nos muestre el camino. Jesús es el Camino, y nadie va al Padre sino por Él. Es un camino noble, exigente, por momentos oscuro, pero que conduce a la paz que supera todo lo que podemos pensar. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhSBa32eZMCIThNU2nd2GzVWgixjGSm6k4tZDdmyDuikCrBFHuKVdEj5ZrAgoYGqZ5Q9FMHfV7_mOzoI6nK5e6T2kxW_xzSOHejYqtTN0CRI-L4zxNp3xjY0kbsHnrpE4_7rIZ-WOl9yNwamUNUMn7vXDh6YD5SS1hsTPJlMrMUKIgG_JOqLfy6Hkwt" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="919" data-original-width="651" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhSBa32eZMCIThNU2nd2GzVWgixjGSm6k4tZDdmyDuikCrBFHuKVdEj5ZrAgoYGqZ5Q9FMHfV7_mOzoI6nK5e6T2kxW_xzSOHejYqtTN0CRI-L4zxNp3xjY0kbsHnrpE4_7rIZ-WOl9yNwamUNUMn7vXDh6YD5SS1hsTPJlMrMUKIgG_JOqLfy6Hkwt=w227-h320" width="227" /></a></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">El profeta Isaías nos habla de un misterioso hombre que sufre en representación de los demás. Y ese servidor dice lo siguiente: “El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me eché atrás”. Es ante todo un retrato de Jesús, siempre atento a la voluntad del Padre, firme en su misión de amar sin mezquindad. Pero también es un llamado a cada uno de nosotros, especialmente en esta semana. Muchas veces hacemos oídos sordos a la llamada de Dios, y no quisiéramos dejar pasar esta nueva oportunidad. Tampoco quisiéramos escuchar evadiéndonos. Pero somos débiles, y lo sabemos. Por eso pedimos la gracia de ser fieles en la adversidad, cuando lo más fácil sea decir que no lo conocemos.</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Gracias Señor por esta nueva pascua. Gracias por la fe. Gracias por la Iglesia que nos introduce en el misterio de tu amor. </span></p><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-47822639329995214502023-03-04T15:57:00.000-03:002023-03-04T15:57:59.232-03:00RIP Br. J. Doherty<p style="text-align: justify;">Ayer murió en Irlanda el entrañable Hermano James "Jimmy" Doherty. Fue un religioso entregado a Dios y a los hombres. Tenía un gran corazón, y así supo ganarse el cariño de cientos y cientos de alumnos, que se reían de él con la altanería típica de los adolescentes. Él lo soportaba todo con una paciencia proverbial. Su contextura era frágil, su dicción cómica y sus clases no eran especialmente interesantes. Sin embargo, su humildad era conmovedora, aunque en ese tiempo no fuéramos capaces de reconocerlo. Ciertas cosas se aprecian mejor con la distancia de los años. </p><p style="text-align: justify;">Entendió rápido que los argentinos teníamos la costumbre de hacer pasar el vicio por virtud. Por eso regañaba con frecuencia nuestra pretendida "viveza criolla". También recalcaba el valor de la honestidad con el divertido cuento <i>It's ok, Son, everybody does it</i>. Y nos decía que en el bolsillo siempre había que tener dos cosas: un pañuelo y un rosario.</p><p style="text-align: justify;">En los últimos años se dedicó más y más al barrio José C. Paz, donde las necesidades eran (y siguen siendo) muchas. Todo en silencio, sin estridencias, ni reconocimientos. Qué manera de sembrar en la fe, la esperanza y el amor.</p><p style="text-align: justify;">Dios te bendiga, querido Brother: espero el reencuentro en la Casa del Padre. </p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-5991006437634556632022-04-16T23:00:00.001-03:002022-04-16T23:00:00.213-03:00Vigilia Pascual 2022<p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: right; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">Luego de su entrada triunfal en Jerusalén, Jesús dijo a la multitud: “Cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32). Y así es. Todos nosotros hemos venido a celebrar la pascua <b>atraídos</b><i> </i>por Jesús. Hemos respondido a su llamada de amor. Hemos creído que Él es el agua viva que calma nuestra sed. Hemos visto que Él es la luz del mundo.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">Empezamos la Misa a oscuras, evocando de ese modo la sensación de vacío que tantas veces experimentamos en el alma. En la tiniebla nos sentimos raros, incómodos, inseguros; no sólo vulnerables sino perdidos, como tragados por la noche que desconoce la belleza de los rostros. Eso mismo es el pecado: caminar hacia la nada, hacia la despersonalización; hundirnos en el anonimato, en la masa, que no sabe de nombres sino sólo de números. La Buena Noticia de Jesús es que Él eligió <b>libremente</b> transitar ese abismo de maldad por nosotros. Por amor. Para exorcizar nuestros temores. El misterio de esta noche queda resumido en esta certeza del salmista: “Las tinieblas, no son tinieblas ante Ti: la noche es luminosa como el día” (Sal 139,12).<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">En la última cena Jesús lavó los pies de los discípulos, anticipando simbólicamente su pascua, que es esencialmente un acto de amor, una muestra de la misericordia infinita de Dios (Jn 13,1-17). El despojo de sus vestiduras fue en realidad un signo de otro despojo mayor, el de la propia vida que iba a entregar por nosotros. Pero no todo fue dejar la mesa, agacharse, arremangarse y servir como un esclavo. Cuando terminó se puso de pie, <b>tomó sus vestiduras y se sentó nuevamente a la mesa para ocupar su lugar de Maestro y Señor</b>. Con ese gesto anunció proféticamente su resurrección. Ya antes les había dicho: “Nadie me quita la vida: Yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla” (Jn 10,18). </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; font-size: 6pt; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">En esta noche santa, la más santa de todas, celebramos la vuelta de Cristo a la vida. La muerte no pudo con Él. Por eso está acá, entre nosotros, invitándonos a su mesa, que es el banquete de la eucaristía. Creer es comulgar con Cristo, y comulgar es tener parte en la vida de Dios. <b>Una vida que no se esconde ni se retacea, sino que se entrega sin reservas, generosamente, escandalosamente. </b>“Hagan esto en memoria mía” significa: derrámense por amor, lávense los pies unos a otros, perdónense setenta veces siete. Pero no desde ustedes, lo cual sería imposible, sino desde mí, que “he venido para que tengan vida y la tengan abundancia” (Jn 10,10). <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="color: #0b5394;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;">El Evangelio nos cuenta que las mujeres fueron al sepulcro bien temprano, anticipándose a la luz del sol (Lc 24,1ss). Todo en ellas habla de un amor tan fuerte como delicado: siguieron a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, lo acompañaron en su pasión sin avergonzarse, registraron dónde había sido puesto el cuerpo, prepararon los perfumes, resistieron el sábado y madrugaron el domingo. Y sin embargo, al llegar, <b>la piedra estaba corrida</b>. Por más que madruguemos, Jesús se nos anticipa, nos madruga, desbarata nuestros proyectos, aunque sean nobles, porque quiere ofrecernos algo mejor. ¿Somos capaces de entrar en su novedad? ¿Estamos dispuestos a aceptar que la realidad no es como la imaginábamos? La pascua no sólo trata de la muerte y resurrección corporal de Jesús, sino de la imagen de Mesías que cada uno de nosotros tiene. En esta noche celebramos que Dios es siempre más grande de lo que pensamos. Y eso es bueno, aunque a veces resulte difícil de digerir.</span><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; text-indent: 21.3pt;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; font-size: 6pt;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">La situación no es nada de fácil. Ellas quedan desconcertadas. Jesús no está en el sepulcro, pero tampoco se les aparece. Igual que nosotros, también ellas tienen que <b>confiar</b> en el anuncio que se les hace. “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”. Hagamos una pausa. ¿Cuáles son esos sepulcros que frecuentamos, buscando plenitud donde no la hay? ¿Tenemos el coraje de buscar al Cristo vivo, que nos desinstala sin tregua? Jesús no tiene otra agenda que la del Padre. Y a eso mismo nos invita. Pero los ángeles dicen algo más: “Recuerden lo que Él les decía… Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día”. Y lo creemos firmemente: era justo y necesario, era conveniente, era bueno, era bello que pasara todo eso: que fuera entregado, que muriera y que resucitara.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiODf1ywylplc2qZHRDIXTG5jrhcjUp5CSGRWRuEH-a4YbSQKNFbNGGVlFKZ1TTAjhwimiMJ2gNXy00xo9B5UYJZ8eYI8WtSn-qLZpRoY2tJehy6mfV1LeR0bDOh9ZGRy-JlzInJ8tq2N_sn9gwzm-ctnVIc6LUtUMxr7ykBVM_cGbbg6pR5MevXMzV/s1200/IMGP8470.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="573" data-original-width="1200" height="191" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiODf1ywylplc2qZHRDIXTG5jrhcjUp5CSGRWRuEH-a4YbSQKNFbNGGVlFKZ1TTAjhwimiMJ2gNXy00xo9B5UYJZ8eYI8WtSn-qLZpRoY2tJehy6mfV1LeR0bDOh9ZGRy-JlzInJ8tq2N_sn9gwzm-ctnVIc6LUtUMxr7ykBVM_cGbbg6pR5MevXMzV/w400-h191/IMGP8470.jpg" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="border: 0px rgb(229, 229, 229); caret-color: rgb(76, 76, 76); color: #4c4c4c; font-family: arial, helvetica, sans-serif; font-size: 10px; line-height: 20.8px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"> </span></td></tr></tbody></table></span><span style="background-color: white; caret-color: rgb(76, 76, 76); color: #4c4c4c; font-family: arial, helvetica, sans-serif; font-size: 10px; text-align: center;"><span> <span> <span> <span> </span></span></span></span>Tryptique du Christ en gloire entouré des anges de l'Eucharistie, Natalya Satsyk, photo </span><span style="border: 0px rgb(229, 229, 229); color: black; font-family: arial, helvetica, sans-serif; font-size: 10px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: center; vertical-align: baseline;">© A</span><span style="border: 0px rgb(229, 229, 229); caret-color: rgb(76, 76, 76); color: #4c4c4c; font-family: arial, helvetica, sans-serif; font-size: 10px; line-height: 20.8px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: center; vertical-align: baseline;">ude Guillet</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">Celebramos la pascua completa: viernes, sábado y domingo. Era necesario que uno de nosotros pudiera amar sin echarse atrás. Sin excusas ni atenuantes. Que fuera tragado por la muerte, como un nuevo Jonás, para vencerla desde dentro. <b>Para ser campeón, hay que ganar en todas las canchas.</b> Por eso Jesús descendió a lo más bajo de la condición humana. Llevó en su corazón toda la maldad de la historia, todos los crímenes y las aberraciones. Todo eso que nos escandaliza, nos avergüenza y nos abruma, no sólo lo miró de frente sino que lo asumió como propio. Y lo blanqueó con su sangre. No tengamos duda: el triunfo de la vida es en el fondo el triunfo de la inocencia.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt; text-align: justify; text-indent: 21.3pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">¿Pero cómo? ¿Cómo pudo vencer? Es que Jesús no murió como un desesperado, sino como un Hijo. Murió rezando, y así <b>transformó el zarpazo de la muerte en un abrazo de la Vida</b>. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46). Según san Lucas, estas fueron sus últimas palabras. En ellas reside el secreto de la resurrección, el secreto de nuestra felicidad. Confiarnos al Padre, abandonarnos en Él, esa es nuestra vocación última, nuestra identidad más profunda. La fiesta de esta noche, el bautismo de esta noche, es volver a la Casa del Padre como hijos en el Hijo, pasando de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, del odio al amor, de la mentira a la verdad, de la esclavitud a la libertad, del rencor al perdón, de la dureza a la compasión, de la soledad a la comunión, de la tristeza a la alegría, de la angustia a la paz. <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">¡Demos gracias al Señor, <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">porque es bueno, <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><span style="color: #0b5394;">porque es eterno su amor!</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; margin: 0cm 0cm 2pt;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"> </span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-12601664934284094932022-04-03T22:26:00.003-03:002022-04-03T22:26:20.340-03:00Sobre piedras y miradas<p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;">Este domingo la liturgia nos regala el conocido episodio de Juan 8,1-11. Ordenamos nuestro comentario en tres momentos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;"><b>El primer momento es entre Jesús y el Padre</b>. San Juan nos dice que Jesús fue al monte de los olivos, lugar que en la tradición cristiana representa la oración que define la misión. Con esa referencia, el evangelista ubica discretamente el relato en contexto pascual. Jesús vino para ofrecer su vida por nuestros pecados. Y así, embargado por esa conciencia de servicio, ingresó al Templo y se puso enseñar la misericordia divina. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;"><b>El segundo momento es entre Jesús y los escribas y fariseos.</b> Ellos son -supuestamente- los que <span style="text-align: left;">“</span>entienden", los que <span style="text-align: left;">“</span>saben". Pero están como cegados. En sus corazones ya tomaron la decisión de acabar con Jesús, el blasfemo, el que se hace igual a Dios llamándolo su propio Padre (cf. Jn 5,18). Y lo ponen a prueba, no para conocer en verdad quién es Él, sino para contar con una razón para matarlo. En su interior, ellos ya lo sentenciaron. Le presentan a una mujer sorprendida en adulterio y le preguntan qué corresponde hacer. Es como si dijeran: <i>veamos qué tan lejos llega su misericordia. ¿Se atreverá acaso a contradecir la Ley de Moisés?</i> Jesús encarna lo que predica: es sencillo como una paloma, pero astuto como una serpiente. Podría preguntarles dónde está el varón, adúltero también, merecedor de la misma pena (cf. Dt 22,22-24); pero opta por el silencio. Un silencio sabio y misericordioso. Y se pone a escribir en el suelo no sabemos qué. Inferimos que el Maestro escribió los Diez Mandamientos, como quien invita a examinar la conciencia. Pero ellos insisten: quieren una definición, se sienten moralmente superiores, seguros de su salvación. Entonces Jesús pronuncia esa frase sublime: <span style="text-align: left;">“</span>el que no tenga pecado que arroje la primera piedra". </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;">Todos somos pecadores. Jesús no pretende negar la gravedad del mal sino comprender la fragilidad humana. ¿Es que en verdad somos tan distintos? Como dice San Pablo: <span style="text-align: left;">“</span>el que crea estar firme, cuídese de no caer" (1 Co 10,12). Este domingo Jesús nos llama a la humildad, que no es otra cosa que un sano realismo: entender cuánto de lo que somos depende de la bondad de Dios. Por decirlo nuevamente con San Pablo: <span style="text-align: left;">“</span>¿Qué tienes que no hayas recibido?" (1 Co 4,7). Y Santa Teresita completaría diciendo: efectivamente, <span style="text-align: left;">“</span>todo es gracia". Tarde o temprano la experiencia nos muestra la brecha que existe entre el yo ideal y el yo real. Entonces ese auto-conocimiento nos vuelve más respetuosos de las miserias de los demás, porque también nosotros tenemos nuestras batallas y nuestras caídas. No en vano el texto dice que los acusadores se retiraron, uno tras otro, <span style="text-align: left;">“</span>comenzando por los más ancianos".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;"><span style="font-family: Sorts Mill Goudy;"><b>El tercer momento es entre Jesús y la mujer.</b> Finalmente quedan cara a cara. El abogado defensor ocupa su lugar de juez para declarar la absolución. Jesús no condena sino que perdona. El mal sigue siendo mal, pero ahora queda sepultado por el amor. </span><span style="text-align: left;"><span style="font-family: Sorts Mill Goudy;">“Vete, no peques más en adelante”. Jesús nos libera del pasado oscuro y abre para nosotros un horizonte de esperanza. La cuaresma no consiste tanto en escrutar nuestras miserias, cuanto en contemplar el rostro misericordioso del Señor. El cristiano vive de cara a Dios, que es el futuro del hombre. </span></span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;">“No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas. Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan <span style="background-color: white;">cuenta?" (Is 43,18-19). Esta enseñanza de Isaías coincide con la de Pablo a los Filipenses: </span></span></span><span style="caret-color: rgb(11, 83, 148); color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy"; text-align: left;">“</span><span style="background-color: white;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;">olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús" (Flp 3,13-14). La trampa está en quedar fijado en el tiempo, atrapado en lo que hice o me hicieron. Incluso lo bueno debe ceder paso a lo mejor. La pascua es un paso: de la muerte a la vida, del </span></span><span style="background-color: white;"><span style="color: #0b5394; font-family: Sorts Mill Goudy;">pecado a la gracia, de la tristeza a la alegría. Terminemos entonces con el salmo del día de hoy: </span></span><span style="caret-color: rgb(11, 83, 148); color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy"; text-align: left;">“</span><span style="background-color: white; color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy";">El sembrador va llorando </span><span style="background-color: white; color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy";">cuando esparce la semilla, </span><span style="background-color: white; color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy";">pero vuelve cantando </span><span style="background-color: white; color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy";">cuando trae las gavillas" (Sal 126,5-6).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; color: #0b5394; font-family: "Sorts Mill Goudy";"><b>V Domingo de Cuaresma C - 2022</b></span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-53428265849233586572021-12-28T10:11:00.003-03:002021-12-28T19:34:34.626-03:00Los Santos Inocentes<p style="text-align: justify;">En el marco de la octava de Navidad la Iglesia celebra el martirio de los Santos Inocentes. Pedagogía extraña pero a la vez llena de sabiduría. </p><p style="text-align: justify;">El Niño Dios ha nacido para morir por los hombres. Y estos pequeños inocentes son asociados misteriosa y prematuramente a su pasión. </p><p style="text-align: justify;">"Dios es luz", dice san Juan. "La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron". Jesús debe huir a Egipto. Todavía no sabe hablar y ya sufre el acoso de los poderosos de este mundo. Él debía morir por nuestros pecados. Y si decimos que no es así, que no tenemos pecado, "lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no está en nosotros". </p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, he aquí la grandeza, el privilegio difícil de asumir de estos niños que dieron su vida por Cristo, antes de que Él diera la suya por ellos. La antífona de entrada canta: "Los niños inocentes recibieron la muerte <i>por Cristo</i>".</p><p style="text-align: justify;">Comentando este misterio, Charles Péguy hace hablar a Dios en estos términos: "Esos inocentes han pagado por mi hijo. Mientras ellos yacían en el suelo de las carreteras, en el suelo de las ciudades, en el suelo de las aldeas. En el polvo y en el barro, menos considerados que corderos y cabritos y cochinillos (...) Durante este tiempo mi hijo huía. Todo hay que decirlo. Es, por tanto, una especie de <i>quid-pro-quo. </i>Todo hay decirlo. Es un malentendido. Buscado, lo que es más grave. Todo hay que decirlo. Le cogieron a ellos por él. Le degollaron por él. En su lugar. En su puesto".</p><p style="text-align: justify;">Y esta triste historia sigue repitiéndose. En esta misa pedimos por tantas víctimas inocentes, y por sus familias. Para que puedan entrar en el misterio consolador de Jesús, la víctima más inocente de todas, que asume en sí toda injusticia, todo sufrimiento y vejación, todo llanto de impotencia y todo clamor de justicia. Pedimos no ser indiferentes, no acostumbrarnos a los escandalosos abusos de todo tipo. Pero también pedimos anunciar y, más que anunciar, mostrar el rostro y las marcas gloriosas de Cristo, Señor de la Vida y Rey de la Paz, el que hace nuevas todas las cosas, el que nos lleva al seno del Padre, en quien no hay muerte, ni llanto, ni queja, ni dolor. </p><p style="text-align: justify;">¡Cuánta sangre inocente habla de Cristo y juega para Cristo sin saberlo! Hoy la reconocemos y la honramos y la unimos explícitamente al sacrificio que lleva a plenitud todo buen propósito.</p><p><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-30131906578664828532021-12-27T09:56:00.001-03:002021-12-27T09:56:20.936-03:00San Juan, el amado<div><div style="text-align: justify;">La liturgia nos dice que Juan es el “discípulo amado”. No es que los otros no sean amados, sino que éste, Juan, lo es de manera especial, excepcional.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Juan es amado, pero además se deja amar. Ese es el secreto. Juan está como envuelto en el amor. Por eso corre más rápido que Pedro para llegar al sepulcro; por eso cree al ver las vendas y el sudario; por eso canta como nadie el misterio de la Encarnación en el himno cristiano más célebre de todos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>El amor que mueve el sol y las estrellas</i> habita el corazón de Juan. Por eso pudo decir lo que ningún otro ser humano antes que él: “Dios es amor”. Frase sencilla pero revolucionaria. Tres palabras que, bien entendidas, lo cambian todo. Dios es amor. Cuántas veces se banaliza esta gran verdad, la más importante, la que todo hombre debería conocer.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Juan sabe que el amor es cosa seria porque estuvo al pie de la cruz. Y así, junto a María, contemplándolo expirar, testigo de la lanza y del costado abierto, del agua y de la sangre, verificó en directo lo que significa amar hasta el extremo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Juan, apóstol y evangelista, poeta de la Navidad y de la Pascua. Predicador indomable que junto a Pedro desafió las amenazas y las violencias de los poderosos de este mundo. “No podemos callar lo que hemos visto y oído”. Juan, poeta y más que poeta: testigo. Testigo de Jesús, que es amor, vida, comunión y alegría.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">“Lo que era desde el principio, lo que hemos visto y oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida es lo que les anunciamos. Porque la Vida se hizo visible y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna que existía junto al Padre y se ha manifestado. Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos esto para que nuestra alegría sea completa” (1 Jn 1,1-4). </div></div><div><br /></div>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-1932314544317459322021-11-17T20:15:00.001-03:002021-11-17T20:15:00.191-03:002007 – 17 de noviembre – 2021<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">T.O. Miércoles XXXIII – Ciclo Impar</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: small;">2 Macabeos 7,1. 20-31; Salmo 16, 1. 5-6. 8b. 15; Lucas 19,11-28</span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;">En la primera lectura asistimos al testimonio de una familia entera que prefiere morir antes que desobedecer al Señor. Uno por uno, los siete hermanos pasan sin ceder a las presiones de los verdugos. No sólo deben resistir la amenaza sino también la seducción. De distintas maneras los poderosos de este mundo intentan convencer a la familia de que es bueno renegar de su identidad, que en última instancia reside en Dios.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;">Detrás de los siete hermanos, o quizás mejor, delante de los siete hermanos está la madre, esa mujer fuerte en la que ya se dibuja algo del misterio de la Virgen María. No le toca morir en carne propia sino algo peor: ver cómo mueren sus siete hijos. Todos podemos imaginar lo que significa semejante sacrificio. Lo admirable en este caso es que ella no quiere retenerlos para sí a toda costa, sino que los impulsa a la coherencia extrema. Prefiere perderlos por un tiempo para reencontrarlos en la eternidad. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;">Pero en esa madre no sólo está esbozada María sino también Dios Padre, que entrega a su Hijo al mundo en un acto de amor inconmensurable, humanamente inentendible, una locura que en el fondo, como dice san Pablo, es más sabia que la sabiduría de este mundo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;">En este día de mi aniversario le pido a Jesús que mi sacerdocio tenga la libertad de esos siete hermanos. Que sea el testimonio de un amor sin reservas, sin especulaciones mezquinas. Que refleje tanto la mansedumbre del Cordero como la firmeza del León. Que viva de la misericordia del Padre, que nos espera a todos en todo momento con los brazos abiertos. Que escuche a la Madre Iglesia, que en su experiencia bimilenaria no se deja engañar, sino que distingue con lucidez dónde está la verdad y dónde la mentira, dónde la vida y dónde la muerte, aunque eso contradiga los cánones del mundo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;">Hoy mi sacerdocio cumple 14 años. El número invita a pensar en el apóstol Pablo, que a los 14 años de su conversión subió a Jerusalén para encontrarse con Pedro, Santiago y Juan (cf. Ga 2,1-10). El motivo de la visita era bien concreto: confrontar su predicación con la de las columnas de la Iglesia. Pablo necesitaba asegurarse de que no corría ni había corrido en vano. En el fondo tenía bien claro que el Evangelio es eclesial o no es. Y que donde no hay comunión, no está Jesús. También yo quiero confrontar mi sacerdocio con el de la Iglesia, que es el de Cristo mismo. Que ella lo juzgue, lo reprenda y lo confirme. Que ella me absuelva y me vuelva a enviar, como hace 14 años, alentándome a perseverar en la adversidad, como esa madre valerosa que supo infundir en sus hijos la esperanza que no defrauda. Una esperanza que se nutre de la eucaristía cotidiana, la Entrega que sostiene toda entrega. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394;">Mentiría si dijera con el salmista: “mis pasos nunca se apartaron de tus huellas”; pero aún así, confiado en la misericordia divina, hago mías estas otras palabras suyas: “yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro (Señor), y al despertar, me saciaré de tu presencia”.</span></p><p></p><p><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-82442771746222678192021-09-17T21:00:00.003-03:002021-09-21T11:49:41.907-03:00El paso de Adrienne<p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Un 17 de septiembre como hoy moría Adrienne von Speyr. Precisamente en la fiesta de otra mística y médica: santa Hildegarda de Bingen. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">Vaya un párrafo que cuenta cómo se destrabó el nudo que le permitió abrirse a una catarata inmensa de gracias, empezando por el ingreso a la plena comunión católica. Escuchemos el hecho según lo narra el otro gran protagonista de esta historia: Hans Urs von Balthasar. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #0b5394; font-family: georgia;">“Corría el otoño de 1940. Yo había llegado a Basilea al inicio del año para el cuidado pastoral de los estudiantes. Después de que ella regresara del hospital tras una fuerte crisis cardíaca, hablamos en la terraza de su casa sobre el Rin—un amigo común había hecho de intermediario—sobre los poetas católicos Claudel y Péguy que yo estaba traduciendo. Adrienne, armándose de valor, me dijo que quería ser católica. Pocos minutos después, tocamos el tema de su oración. Le expliqué que con el «hágase tu voluntad» no ofrecemos a Dios nuestro propio cumplimiento, sino que le mostramos nuestra disponibilidad para ser asumidos por su cumplimiento y ser llevados dónde quiera que sea. Esto fue como si hubiese presionado sin darme cuenta un botón eléctrico que de un golpe encendiese todas las luces de la sala. De golpe Adrienne se había liberado de todo lo que la paralizaba, su oración comenzó a arrastrarla como olas largo tiempo retenidas”.</span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-39566110724348524142021-09-14T20:57:00.001-03:002021-09-14T21:30:27.070-03:00Exaltación de la Santa Cruz 2021<p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Esta Fiesta de la Exaltación de la Cruz centra su mirada en la pascua de Cristo, pero como quien entra desde el madero. Sí: empezamos contemplando un pedazo de madera, un leño, el tronco de un árbol. La fe cristiana es una fe sumamente concreta, donde lo sensible cuenta tanto como lo espiritual. Fe encarnada, arraigada, que vive de una memoria agradecida que es al mismo tiempo pasado, presente y futuro. Miramos la cruz como se mira la espada del general que liberó la ciudad o el bisturí del cirujano que nos salvó la vida. Es así: en la cruz, gracias a la fe, podemos leer el amor de Dios que habla más fuerte que el odio de los hombres.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">La primera lectura nos lleva nuevamente al desierto. Y como ya se dijo, el desierto es el lugar de la prueba, ese lugar donde uno experimenta su límite aunque también la misericordia de Dios. Israel cae en la impaciencia, que es otra forma de decir angustia. Se angustia por la falta de confianza, que a su vez deriva en falta de horizonte, o sea falta de sentido. La queja engendra la muerte, pero Dios se compadece y ofrece un camino de salvación. Es un camino insólito, aparentemente absurdo. El episodio de la serpiente de bronce nos dice que Dios vence a la muerte con la muerte misma. Le gana en su propio terreno. Y este es el misterio de la Cruz que hoy exaltamos. Jesús vence al pecado haciéndose él mismo pecado (como dice san Pablo). La bendición nos llega por medio de la maldición. Esta es la sabiduría loca de Dios. Como dice el pregón pascual: “¡Qué admirable es tu bondad con nosotros! ¡Qué inestimable la predilección de tu amor: para rescatar al esclavo entregaste a tu propio Hijo!”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">El Padre entrega al Hijo; pero el Hijo no es forzado sino que es -desde toda la eternidad- una misma cosa, un mismo amor, una misma voluntad con el Padre y el Espíritu. Jesús dice que será “elevado” como la serpiente de bronce en el desierto. Elevado tanto para la burla como para la admiración. Elevado para caída de unos y elevación de otros. Eso mismo había anunciado el anciano Simeón. Jesús es elevado: su rostro no pasa desapercibido. Y cada uno elige qué hacer. Podemos apartar la mirada ante ese desgraciado que ya ni figura humana tiene, como dice Isaías, o podemos contemplar en su rostro el amor infinito de la Trinidad, el amor que hace nuevas todas las cosas… empezando por el propio corazón.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Danos, Señor, la fe para mirarte en la Cruz, para reconocerte como Salvador que engendra la vida verdadera en las entrañas mismas de la muerte. Atráenos desde lo alto del madero. Levántanos, como a la novia del Cantar, para que nuestra vida toda sea testimonio de resurrección.</span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-14018443992364428962021-08-04T09:24:00.001-03:002021-08-04T15:43:03.789-03:00El sacerdote es una migaja<p><i><span style="color: #660000;">Con motivo del Evangelio del día (Mt 15,21-28) en la memoria del Santo cura de Ars.</span></i></p><p><span style="color: #073763;">El sacerdote es una migaja. Es pan. Es Cristo. Pero fragmentado, pequeño, elemental, imperfecto.</span></p><p><span style="color: #073763;">La migaja alimenta, pero no satisface. Deja sabor a poco. Deja ganas de más. </span></p><p><span style="color: #073763;">Y así, en su pobreza, el sacerdote remite a Cristo, Pan de Vida, el único que sacia. </span></p><p><span style="color: #073763;">Diríamos más. Cuanto más santo sea un sacerdote, más hambre de Dios despertará. </span></p><p><span style="color: #073763;">El sacerdote es una migaja. Una migaja no se desprecia. Tampoco se absolutiza.</span></p><p><span style="color: #073763;">Somos en y desde Cristo Sacerdote. Somos migajas del único Pan.</span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-23717811274466303812021-05-22T20:55:00.002-03:002021-05-22T21:55:36.350-03:00Del cementerio a la sala de parto<div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><b>Vigilia de Pentecostés 2021</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">El profeta Ezequiel asiste a una visión desoladora. En general nos defendemos de las imágenes tristes, pero es importante no cerrar los ojos a eso que Dios nos quiere mostrar. De repente, Ezequiel se encuentra en un valle. La depresión geográfica habla de una caída espiritual. Más aún, el valle es como un cajón, por eso tiene algo de encierro. ¡Qué actual resulta la imagen en este tiempo de un confinamiento que se prolonga hasta el hartazgo!</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Para colmo, el valle está repleto de huesos secos. Es un valle de muerte, de no-vida. Y nosotros sabemos que la razón última de la muerte es el pecado. De la mano de Ezequiel Dios nos invita a recorrer el cementerio de nuestro corazón, el de nuestra familia, el de nuestra patria, el de nuestra Iglesia. ¿Qué nombre tienen esos huesos secos, que alguna vez estuvieron llenos de vida? Entre muchas alternativas, hoy quiero llamar la atención sobre tres ámbitos de muerte que nos afectan mucho: la división, la mentira y la falta de horizonte eterno. Los invito a rezar en estos días, examinándonos, para ser testigos y artífices de la reconciliación, de la sinceridad y de la esperanza verdadera.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-Cxuy2J_8r9s/YKmYeEI58mI/AAAAAAAAA4o/Bg6bzzcn10s4JOl1TY0vbVrJxV70Yxp_wCLcBGAsYHQ/s480/huesos%2Bsecos.jpeg"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="480" src="https://1.bp.blogspot.com/-Cxuy2J_8r9s/YKmYeEI58mI/AAAAAAAAA4o/Bg6bzzcn10s4JOl1TY0vbVrJxV70Yxp_wCLcBGAsYHQ/s320/huesos%2Bsecos.jpeg" width="320" /></a></div><br /><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Lo mismo que Ezequiel, ninguno de nosotros puede por sí mismo hacer que el paisaje de muerte se transforme en un paisaje de vida. Pero Dios puede y quiere hacer el milagro. Sólo hay que invocar al Espíritu Santo. En esta tarde-noche imploramos ese don, como lo hicieron en su momento María y los apóstoles. Es más, lo hacemos con ellos, porque sabemos que en la comunión de los santos ellos nos acompañan. Sí, ellos se unen a nuestra plegaria e interceden por nosotros ante el Padre por Cristo, el único Mediador, el Dador del Espíritu de Vida.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Necesitamos que el Espíritu venga para ser salvados. Está visto que solos no podemos. Necesitamos ser rescatados del enfrentamiento permanente, del uso irresponsable de la palabra y de la desesperación ante la certeza de que un día moriremos. Sí, vamos a morir. Puede que eso naturalmente nos de miedo –como le pasó a Jesús en el huerto–, pero sabemos que en Cristo y su Santo Espíritu la muerte ya no es muerte, sino un paso a la vida verdadera. En esta Misa de Vigilia le pedimos al Espíritu que nos confirme en la certeza de la Vida Verdadera, la Vida que no se apaga, la que no cede jamás, la Vida eterna que ya corre por nuestras venas desde el día de nuestro bautismo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Si en la primera lectura Ezequiel nos invitaba a caminar por un cementerio, en la segunda lectura san Pablo nos lleva a una sala de parto. Efectivamente, la pascua es un parto, un nacimiento. Y el Espíritu Santo es el Obstetra divino. Él es el gran Consolador, el que nos asiste haciendo que surja en nosotros el hombre nuevo, modelado a imagen de Jesús, tal como el Padre eterno nos soñó. El Espíritu Santo interpreta nuestros deseos, incluso aquellos que no logramos articular. En Él queremos descansar. Con Él queremos vencer nuestra ansiedad. Te pedimos, Espíritu de Dios, que completes en nosotros la obra que ya comenzaste, la obra de la regeneración, esa obra que tanto anhelamos pero para la cual no tenemos fuerzas. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">El Evangelio, finalmente, nos regala la imagen de la fuente. Cristo mismo es la fuente del Espíritu. Nos acercamos a Él para beber, de su costado traspasado, esa vida en abundancia que es el mismo Espíritu Santo. Y lo asombroso es que todo el que bebe del Espíritu se convierte a su vez en manantial de vida para los demás. Esta tarde la hermana Leticia nos invitaba a preguntarnos en qué medida fuimos consolados y en qué medida pudimos consolar. Un signo inequívoco de aquel varón o mujer tocado por el misterio de Jesús, tocado por la gracia del Espíritu, es que puede consolar, puede ser fuente de luz, de reconciliación, verdad y eternidad para aquellos que lo rodean. Estas son las gracias que le pedimos al Espíritu Santo, en comunión con la Iglesia, de la mano de María y en presencia de la Trinidad.</span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-74344686325832010862021-04-03T16:51:00.004-03:002021-04-24T16:32:18.120-03:00Meditación sobre el Sábado Santo<p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Los evangelios no dicen nada del tiempo que media entre el entierro y la resurrección. Como dice un gran teólogo del siglo XX: “Les estamos agradecidos por ello. Ese silencio es propio del estar muerto; no sólo en lo tocante a la tristeza de los que quedan atrás sino aún más en lo relativo al saber sobre la permanencia y el estado del muerto” <span style="font-size: x-small;">(1)</span>. Efectivamente, una cosa es morir y otra es estar muerto.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">El sábado celebramos, aunque el verbo escandalice a los que no tienen fe, el hecho de que Jesús esté muerto. Esto nos habla, ante todo, de su humanidad verdadera. El realismo de la encarnación no podía pasar por alto una instancia tan propia del ser humano. En Jesús Dios se hace solidario no sólo de los vivos sino también de los muertos. El sábado es el día en que Jesús consuma su descenso llevándolo a límites nunca imaginados. Y eso que hasta entonces no había hecho más que descender: gestándose en María, naciendo en el pesebre, huyendo al desierto, obedeciendo a sus padres, trabajando en el taller, soportando la hostilidad de los poderosos, el abandono de sus amigos, la condena de los corruptos, la burla de los soldados y la muerte en la cruz. Toda su vida fue un descender por amor. Pero en el descenso ya estaba dándose el ascenso.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-kRJ-F0AZJIs/YGjG7yjz_UI/AAAAAAAAA4I/oe3YfZXt6c0qfQWwVmHtU3L-PxR7kZrcQCLcBGAsYHQ/s235/descenso.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="215" data-original-width="235" src="https://1.bp.blogspot.com/-kRJ-F0AZJIs/YGjG7yjz_UI/AAAAAAAAA4I/oe3YfZXt6c0qfQWwVmHtU3L-PxR7kZrcQCLcBGAsYHQ/s0/descenso.jpeg" /></a></div><span style="color: #073763;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Jesús entra en comunión con los muertos. Se trata de una paradoja inaudita, porque la muerte es por definición soledad, incomunicación. La Vida ingresa muerta en la muerte, en el reino de la muerte, en el ámbito de la no-vida. Pero cabe preguntar si corresponde hablar de un descenso, de una actividad. Estar muerto significa no disponer de sí mismo. Cristo no tiene necesidad de “ir” al abismo, porque estar muerto es ya estar en el abismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;">“Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por los injustos– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca” (1 Pe 3,18-20; cf. 4,6).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Estamos ante uno de los textos más enigmáticos del Nuevo Testamento <span style="font-size: x-small;">(2)</span>. La predicación de la que habla san Pedro sería el efecto que tiene en el más allá lo realizado históricamente, la redención, la cual queda fundamentalmente terminada en la Cruz: Todo está terminado – Consummatum est! (recuérdese que en san Juan, la Cruz ya es la gloria de la vida nueva: entregó el Espíritu) <span style="font-size: x-small;">(3)</span>. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">La predicación primitiva insiste en que Jesús resucitó “de entre los muertos” <span style="font-size: x-small;">(4)</span>. En este día santo nos interesa dirigir la mirada y el corazón a esa morada de los muertos denominada en el Credo como “los infiernos”. Jesús mismo había aludido a esta hora estableciendo un paralelo con el profeta Jonás: </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;">“Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12,40).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;"> “Jonás oró al Señor, su Dios, desde el vientre del pez, “diciendo: «Desde mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió; desde el seno del Abismo (sheol), pedí auxilio, y tú escuchaste mi voz»” (Jon 2,2-3) </span><span style="color: #073763; font-size: x-small;">(5)</span><span style="color: #660000;">. </span></p><div style="text-align: justify;"><span style="color: #660000;"><br /></span></div><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">La estadía de Jesús en el sepulcro es de gran importancia. Su ingreso en la morada de los muertos representa el ingreso en lo más íntimo del territorio enemigo. Era necesario que Jesús llegara a lo más hondo del abismo, a lo más oscuro de la desgracia, a fin de sanarlo todo desde la raíz. La autoridad de Cristo, tantas veces comentada con motivo de su predicación y sus milagros, debía acreditarse ante el más poderoso de los adversarios. La nueva creación exigía que el exorcismo fuera total. Había que mostrar la absoluta superioridad de la luz sobre las tinieblas. Y qué mejor que hacerlo en su propia guarida. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">El cuerpo de Cristo yace inmóvil en la tumba, oculto a los ojos de este mundo. Propiamente no es cuerpo sino cadáver. Pero la misión no sólo sigue su curso sino que gana intensidad. Cristo es el cebo. Es la carnada. La argucia de Dios consistió en entrar en el mundo sin alarde, desapercibido, como uno de tantos: nació, creció, caminó, se cansó y hasta murió sin privilegios. Como el antiguo caballo de Troya fue penetrando cada vez más la dura corteza del pecado, y así fue como el sábado Cristo se encontró en la sala de máquinas del Gran Dragón. Tamaña audacia sólo la explica el amor. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">La gracia del sábado santo no significa que la ofrenda de la cruz fuera insuficiente, sino que era necesario que Cristo hiciera llegar su sí incondicional al Padre al estado de muerte. Esto puede ser comprendido mediante una antigua máxima teológica: lo que no es asumido, no es redimido. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">En este día hacemos silencio con Cristo. La Palabra de Dios ya no habla porque la hemos hecho callar a la fuerza. Es un día para meditar qué sería de nosotros sin Dios, tanto sobre la tierra como debajo de ella. Es un día de espera. Un día para entender que no todo depende de nosotros. El sábado es el día del misterio contenido. Es la hora difícil en que nos informan que oficialmente el caso está cerrado, la hora en que técnicamente no queda nada por hacer, y, sin embargo, también es la hora en que seguimos confiando, no que todo saldrá como lo habíamos planeado, sino que Jesús es el Señor, que Él no defrauda, que Él tiene la última palabra. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Contemplemos el sepulcro, esa roca grande que sella la entrada. Hagamos memoria de nuestros seres queridos que murieron. Gracias a Cristo en su muerte no hubo extrema soledad sino la mirada de un Hermano. También nosotros pedimos encontrar esos ojos al dejar este mundo. Y que por esos ojos seamos conducidos a la gloria eterna.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">_________________________________</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">(1) H.U. von Balthasar, <i>Teología de los tres días. El Misterio Pascual</i>, Madrid, Encuentro, 2000, 129.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">(2) </span><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">Esto lo dice Luis Alonso Schökel, BP III, 598.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">(3) </span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">Cf. von Balthasar, Teología de los tres días, 131; 137.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">(4) </span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">Cerca de 50 veces en el NT.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">(5) </span></span><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">Lo mismo que en Jonás 2,3-4, también san Pablo identifica el mar (<i>tehom</i>) con la morada de los muertos (<i>sheol</i>), bajo la idea común de “abismo” (cf. Rm 10,7ss; Dt 30,12; Sal 107,26). Esa identificación, dice Balthasar, es propia de la mentalidad simbólica de la Biblia. Lo mismo vale para Cristo cordero pascual y carnero expiatorio (cf. además la nota 26 en Ibíd., 157).</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"><span style="text-align: justify;"><b>San Efrén, <i>Sermón sobre nuestro Señor</i></b></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; font-family: inherit;"><span style="color: #073763;"><span> </span>"</span></span><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;">La muerte sometió al Señor a través del cuerpo humano que él tenía; pero él, valiéndose de esta misma arma, venció a su vez a la muerte. </span><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;">La divinidad, oculta tras el velo de la humanidad. pudo acercarse a la muerte, la cual, al matar, fue muerta ella misma</span><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;">.</span><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"> La muerte destruyó la vida natural, pero fue luego destruida, a su vez, por la vida sobrenatural.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"><span style="text-align: justify;"><span> </span>Como la muerte no podía devorar al Señor si éste no hubiese tenido un cuerpo, ni la región de los muertos hubiese podido tragarlo si no hubiese tenido carne humana, por eso vino al seno de la Virgen, para tomar ahí el vehículo que había de transportarlo a la región de los muertos. Allí penetró con el cuerpo que había asumido, arrebató sus riquezas y se apoderó de sus tesoros.</span><br style="text-align: justify;" /></span></span></p><div style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit; text-align: justify;">(...)</span></span></span></div><span style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"><span style="text-align: justify;"> Floreció luego María, nueva viña en sustitución de la antigua, y en ella habitó Cristo, la nueva vida, para que al acercarse confiadamente la muerte, en su continua costumbre de devorar, encontrara escondida allí, en un fruto mortal, a la vida, destructora de la muerte. Y la muerte, habiendo engullido dicho fruto sin ningún temor, liberó a la vida, y a muchos juntamente con ella.</span></span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"><span style="text-align: justify;"><span> </span>El eximio hijo del carpintero, al levantar su cruz sobre las moradas de la muerte, que todo lo engullían, trasladó al género humano a la mansión de la vida. Y la humanidad entera, que a causa del árbol había sido precipitada en el abismo inferior, alcanzó la mansión de la vida por otro árbol, el de la cruz. Y, así, en el mismo árbol que contenía el fruto amargo fue aplicado un injerto dulce, para que reconozcamos el poder de aquel a quien ninguna creatura puede resistir.</span><span style="text-align: justify;"> </span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #073763; font-family: inherit;"><span style="text-align: justify;"><span> </span>A ti sea la gloria, que colocaste tu cruz como un puente sobre la muerte, para que, a través de él, pasasen las almas desde la región de los muertos a la región de la vida".</span><br style="text-align: justify;" /><span style="text-align: justify;"> </span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; text-align: center;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span>*</span><span style="color: #073763; text-align: center; white-space: pre;"> </span><span style="color: #073763; text-align: center;">*</span><span style="color: #073763; text-align: center; white-space: pre;"> </span><span style="color: #073763; text-align: center;">*</span></p><p style="text-align: left;"><i><span style="color: #073763;">Para profundizar, transcribimos el comentario de L. Alonso Schökel a 1 Pe 3,19-20.</span></i></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">“Lo enigmático se alberga en los vv. 19-20, a saber, la predicación de Jesús a los «espíritus encarcelados» de unos antepasados. El enigma no ha sido resuelto hasta ahora, antes bien ha provocado múltiples explicaciones conjeturales. Entre todas, propongo una lectura basada en la mentalidad del AT sobre la existencia de ultratumba. El hombre, cuando muere, «baja» por el sepulcro al Sheol, mundo subterráneo y tenebroso de los muertos, que poseen una existencia umbrátil (como las ánimas de nuestro folclore). Cfr. Is 14; Ez 32; etc. (No tiene sentido en el AT decir que el cuerpo inerte queda en el sepulcro y el alma separada «baja al infierno»). En ese mundo de los muertos se encuentran, como grupo representativo, hombres coetáneos de Noé, a quienes el patriarca anunciaba el diluvio y no le hicieron caso. Por no hacer caso murieron (cfr. Ez 33), mientras que la familia de Noé, por creer a Dios, se salvó. Jesucristo, compartiendo la suerte de todos los hombres, baja al mundo de los muertos, no para quedarse, sino para «proclamar» la liberación (cfr. Is 61,1). Ahora bien, la salvación en el arca, atravesando las aguas, es tipo o imagen de la realidad correspondiente (antitipo), que es la inmersión bautismal en el agua. No es mero baño físico, sino transformación de la conciencia orientada a Dios (<i>Biblia del Peregrino. Edición de estudio</i>, tomo III).</span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-86642930807151936212021-04-02T21:52:00.001-03:002021-04-02T21:57:27.947-03:00No se cruzó de brazos <div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">En esta tarde de silencio les ofrezco una meditación algo densa. Porque denso es lo que celebramos. Contemplamos la muerte de Jesús, el Hijo de Dios hecho carne en María. Queremos estar delante del Crucificado para escuchar la Buena Noticia.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Sólo el Espíritu Santo nos abre el misterio de Jesús. Sólo Él nos permite entrar en un abismo de sabiduría y amor tan grande. Sin el Espíritu Santo nuestras pobres inteligencias y nuestros pobres corazones quedan como escandalizados, más cerca del rechazo que de la adoración. Por eso con toda humildad y confianza pedimos: ¡Ven Espíritu Santo y envía desde el cielo un rayo de tu luz! </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></div></div><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">En cierto sentido somos como los soldados que abordaron a Jesús en el huerto. Nos acercamos a Él, pero torpemente, a la defensiva. También nosotros tenemos nuestros faroles, antorchas y armas. ¡Cuánta falsa seguridad! ¡Cuántos recaudos para ir al encuentro del más inocente de todos los hombres! ¿Por qué tanto miedo? Porque somos Adán y Eva ocultos en el jardín con la conciencia manchada. Somos la oveja perdida en el monte, angustiada, incapaz de volver a los brazos de su Pastor. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Jesús conoce nuestros pensamientos, nuestras dudas. Por eso toma la iniciativa y pregunta: <i>¿A quién buscan?</i> Él no se esconde sino que dice “presente” bien claro, para que todos lo oigan, para que todos sepan quién es. <i>Soy Yo. No busquen más</i>. Todos lo pueden escuchar. Todos los que quieren. Jesús se ofrece. Se entrega. Éste es el misterio del viernes santo, el misterio de toda su vida. Por eso en pleno juicio le dice a Pilato: <i>Para esto he nacido, para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad</i>. ¿Qué es la verdad? La verdad es el amor del Padre al Hijo en el Espíritu. Un amor que siendo perfecto en la Trinidad eligió crearnos libremente, gratuitamente, porque sí nomás (aunque no nos entre en la cabeza). Para que pudiéramos gozar de su gozo. La verdad es el amor que viéndonos heridos de muerte no nos abandonó sino que salió a buscarnos, el amor que no se cruzó de brazos sino que los abrió de par en par. Sí, los extendió en la cruz para abrazarnos a todos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Por eso dondequiera que estés, cerca o lejos de casa, más allá de lo que hayas hecho o dejado de hacer, no olvides que Jesús te mira desde la cruz. Y te espera. Te mira sin reproches. Y te pide que lo mires. Que no evites sus ojos. Entonces sabrás, como supo san Pablo, que nada podrá separarte jamás del amor de Cristo: ni la vida ni la muerte, ni lo presente ni lo futuro, ni las angustias ni las persecuciones, ni el hambre ni la desnudez. Jesús está siempre de tu lado, aunque caigas bien bajo. Porque en la cruz conoció todos los abismos.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-zH6ekWGFxzA/YGe7JrZRzZI/AAAAAAAAA3w/QQTHC8GVQZEHUc4F8q0FMbFEnx-rYQ2EACLcBGAsYHQ/s1024/Cristo.-CLAUDIO-PASTRO-815x1024-1-815x1024.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="815" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-zH6ekWGFxzA/YGe7JrZRzZI/AAAAAAAAA3w/QQTHC8GVQZEHUc4F8q0FMbFEnx-rYQ2EACLcBGAsYHQ/s320/Cristo.-CLAUDIO-PASTRO-815x1024-1-815x1024.jpg" /></a></div><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna”. La cruz es ante todo un misterio de amor. El sufrimiento está, es grande y nos conmueve. Pero mucho más nos conmueve la misericordia divina, la ternura infinita, la voluntad loca de salvarnos a nosotros, hijos inmaduros, insolentes, desagradecidos, confundidos por la soberbia. Jesús subió al madero por cada uno de nosotros. Como dice san Pablo: “me amó y se entregó por mí”. Se entregó. Podría haberse escapado, podría haberse defendido con sus ángeles, pero no. Había nacido precisamente para esto. Para dar testimonio de la confianza incondicional en el Padre. Y de lo que significa amar hasta el extremo. Pero eso no es todo. Porque en la cruz Jesús no sólo enseña sino que además cura. Él no es únicamente el maestro, el modelo a imitar, sino que es el médico, el Salvador. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Claro que siempre habrá gente que se ría de esto, repitiendo las palabras gastadas: “Sálvate a ti mismo y baja de la cruz”. Lo que estas personas no entienden, o no creen, es que Jesús salva precisamente permaneciendo ahí, confiando, haciendo posible que la naturaleza humana triunfe sobre la sospecha y el egoísmo. Era necesario que uno de nuestra raza reparara desde dentro la falta de nuestros primeros padres. Hacía falta revertir la historia de pecado por medio de una obediencia perfecta, de un abandono sin reservas a la voluntad del Padre. “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”. Jesús abre un camino de libertad para amar generosamente, sin miedos, como los niños. La salvación es entrar por la fe en el sí de Cristo al Padre. Y dejarse ganar por la inocencia bendita del Hijo, hasta sentir, como san Pablo: “ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí”. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">La cruz es un misterio de comunión. Jesús ocupa nuestro lugar, carga con nuestras culpas. Todo queda resumido en la preposición “por”: una palabra diminuta que expresa un inmenso misterio. El cuerpo es entregado y la sangre es derramada por nosotros, por el perdón de nuestros pecados, por nuestra salvación. El justo se ofrece por los pecadores. El inocente por los culpables. Jesús es el servidor manso que había anunciado el profeta Isaía<i>s: Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias. Fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. Y por sus heridas fuimos sanados.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Jesús concreta en la cruz lo que había celebrado ritualmente en la última cena. También nosotros tenemos la misión, la responsabilidad de traducir en hechos las misas que celebramos. Cuando Jesús dice “hagan esto en memoria mía” nos está invitando a seguir sus pasos, que es vivir para los demás, desde el servicio, en donación permanente, ofreciéndonos nosotros mismos como víctima viva, santa, agradable al Padre. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">El misterio de la cruz nos muestra que la fuerza de Dios no responde a los criterios del mundo. En su momento la cruz fue un hecho marginal, absolutamente insignificante en términos políticos. Y sin embargo, esa crucifixión fue la salvación del mundo. Tengámoslo presente. En la noche más oscura se gestó el día más luminoso. La hora más triste fue la hora más gloriosa. Que Dios nos regale los ojos de la fe para reconocer con esperanza que, en Jesús, la muerte –cualquier forma de muerte– no es pérdida sino ganancia. Porque Él hace nuevas todas las cosas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;">Jesús no muere como un desesperado, sino rezando. Y ahí está el secreto de la pascua. Su muerte no cae en saco roto sino en las manos del Padre que hace germinar nuestras entregas al ciento por uno. Eso explica la fecundidad de la pascua. San Juan dice que habiendo muerto Jesús, “uno de los soldados le atravesó el costado con su lanza, y en seguida brotó sangre y agua”. Sólo Dios podía imaginar una escena tan elocuente. En Jesús, la vida surge de las entrañas mismas de la muerte. Y es así. Todos nosotros, cristianos, vivimos de la muerte de Jesús; vivimos del Espíritu que entregó con su último suspiro; vivimos del agua del bautismo y de la sangre de la eucaristía; vivimos de su expiación. Efectivamente, <i>por sus heridas fuimos sanados</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: georgia;"><b>Viernes santo 2021</b></span></p><p></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-78694988707435621492021-02-23T15:20:00.002-03:002021-02-23T16:34:53.811-03:00Martes I de Cuaresma (2021)<p style="text-align: center;">Is 55,10-11; Sal 33,4-7.16-19; Mt 6,7-15</p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Todavía en los comienzos de nuestro camino cuaresmal, la liturgia nos regala un oráculo consolador. La Palabra de Dios no es estéril, no desciende en vano sino que cumple su cometido. Jesús tiene una misión y la realiza, aunque eso signifique desprecio, traición y muerte. Y así como la lluvia no vuelve al cielo sin haber fecundado la tierra, sin haberla empapado, agraciado y transformado; del mismo modo, Jesús no vuelve al Padre sin haber reunido antes al rebaño disperso, sin haber sanado a los enfermos y perdonado a los pecadores.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><b>Pero ya no es agua sino sangre la que cae sobre la tierra, y ya no son espigas las que surgen sino hijos de Dios.</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Necesitamos escuchar esta Buena Noticia de Isaías porque a menudo nos cansamos y hasta nos aburrimos de nuestras torpezas recurrentes, de nuestras miserias insulsas. Jesús puede más que nuestro pecado. Nada es más grande que su misericordia. Él puede y quiere hacer de nuestros corazones de piedra, corazones de carne, sagrarios nuevos circuncidados por el Espíritu.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-mWznbVTgSjA/YDVGZdTPnYI/AAAAAAAAA3A/7-oxDDiYwFk2qIX9M9vvgaZmCF8YTjEogCLcBGAsYHQ/s1195/Lluvias.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="1195" src="https://1.bp.blogspot.com/-mWznbVTgSjA/YDVGZdTPnYI/AAAAAAAAA3A/7-oxDDiYwFk2qIX9M9vvgaZmCF8YTjEogCLcBGAsYHQ/s320/Lluvias.jpg" width="320" /></a></div><span style="color: #073763;"><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><br /></span></p><div style="text-align: justify;">Transitar la cuaresma es revivir la experiencia del salmista: "Este pobre hombre invocó al Señor. Él lo escuchó y lo salvó de su angustia". <b>La penitencia es dejar obrar al Espíritu</b>, dejarse mirar por el Padre y dejarse alzar por el Hijo. El mundo necesita testigos de la Pascua, gente sencilla que sepa cantar la transformación propia del amor de Dios. "Glorifiquen conmigo al Señor... Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores".</div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">En resumen: se trata de confiar en Dios, no en nuestras capacidades (por muy valiosas que sean). Y eso vale también para la oración. No sabemos pedir lo que conviene. O lo pedimos mal. Estar lejos de casa, perdidos en la noche, desnuda nuestra inseguridad, nuestra ansiedad. <b>Y entonces puede parecernos que hablar más es comunicarse mejor. Pero a menudo es lo contrario.</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Rezar no es hablar mucho ni pensar mucho sino entrar en la oración de Jesús. Y permanecer allí. <b>Dejarse rezar, ésa es la tarea, la ascesis fundamental</b>. "Padre... Padre nuestro". Cuanto más complicado se vuelve el mundo, tanto más hay que volver a la sencillez del Evangelio, que es la sencillez del Padrenuestro. Hijos y hermanos en Cristo: ésa es la identidad última, la meta de nuestro peregrinar, el misterio de la fe.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="color: #073763;">Abadía de S.E.</span></p><p><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-84777309885514718612021-01-28T17:01:00.005-03:002021-01-29T10:14:15.266-03:00No escondamos la luz<p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: inherit;">"¿Acaso se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero?" (Mc 4,21). Jesús habla ante todo de sí mismo: su misión es dar a conocer la Buena Noticia del Padre. Pero también habla de nosotros, su Iglesia. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: inherit;">El retroceso cristiano es evidente pero en general no queremos asumir que eso se debe en parte a nuestro silencio. </span><span style="color: #073763;">¿Será un mecanismo de negación? </span><span style="color: #073763; font-family: inherit;">Muchas veces enterramos el talento confiado. </span><span style="color: #073763; font-family: inherit;">Escondemos la luz de Jesús, sobre todo esas dimensiones del Evangelio que suponen conversión. Nos gusta hablar de la misericordia de Jesús, y está muy bien que así sea, pero evitamos hablar del culto o la moral. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763; font-family: inherit;">Este silencio nuestro revela que no acabamos de creer que Jesús es Buena Noticia. Tampoco creemos en el poder que tiene la Palabra de despertar la conciencia. San Pablo lo dijo hace ya mucho tiempo: "¿Cómo creer sin haber oído hablar de Él? ¿Y cómo oír hablar de Él si nadie lo predica?" (Rm 10,14). ¿Hemos hablado con inteligencia y pasión del Evangelio de la vida? ¿Y de la eucaristía dominical? ¿Y de la castidad? ¿Y de la reconciliación sacramental? ¿Hemos hablado del misterio de la alianza, de la familia como Iglesia doméstica? ¿Hemos hablado de la dignidad del trabajo? ¿Y del valor de la palabra empeñada? Si algo dijimos, no lo dijimos suficientemente. Y creo que todos podemos estar de acuerdo en esto. No se trata de menoscabar el amor al prójimo o el compromiso social sino de integrarlos, ofreciendo el Evangelio sin recortes, tal como Cristo nos lo entregó. </span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-WQ7iegoHjaM/YBMExbR7uuI/AAAAAAAAA2k/fHC60QRRIDEakowBcZFEWxB7F4NdS_HcQCLcBGAsYHQ/s420/esconder-la-luz.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="420" src="https://1.bp.blogspot.com/-WQ7iegoHjaM/YBMExbR7uuI/AAAAAAAAA2k/fHC60QRRIDEakowBcZFEWxB7F4NdS_HcQCLcBGAsYHQ/s320/esconder-la-luz.jpg" width="320" /></a></div><span style="color: #073763; font-family: inherit;"><p><span style="color: #073763; font-family: inherit;"><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Cualquiera que lea los evangelios se dará cuenta de la centralidad que el anuncio tiene en el ministerio público de Jesús. Por eso es inexplicable que la Iglesia no asuma con decisión esa misma tarea. Que el término "doctrina" haya caído en desgracia es lo de menos. Por mí que se lo llame como se quiera: doctrina, prédica, enseñanza, catequesis, verdad, anuncio, Buena Noticia... Lo importante es que la luz no quede oculta. Si el sembrador no siembra es imposible que la semilla germine (cf. Mc 4,1 ss). </span></div></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="color: #073763;">Termino con un par de reflexiones del viejo Orígenes (186-263). Ojalá nos den ánimo para no callarnos nada. "De manera que a menudo realizada la exhortación, también se realiza la superación: muchas veces los más descontrolados se vuelven mejores que esos que, por naturaleza, no parecían ser como ellos; y los más salvajes llegan a ser tan mansos que los que nunca fueron salvajes parecen salvajes en comparación con ellos" (<i>Sobre los principios </i>III,1,5).* "Las escuelas filosóficas y la palabra divina están llenas de historias de quienes cambiaron tan radicalmente que vinieron a ser modelos de la vida mejor" (<i>Contra Celso</i> III,66). </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="color: #073763;">* <u>Versión latina de Rufino</u>: "</span></span><span style="color: #073763; font-family: inherit;"><span style="background-color: white; text-align: left;">Quomodo enim videmus</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> in </span><span style="background-color: white; text-align: left;">quam</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> plurimos, qui cum incontinenter prius intemperateque </span><span style="background-color: white; text-align: left;">vixissent, ac luxuriae fuissent libidinisque captivi, si forte verbo doctrinae atque eruditionis </span><span style="background-color: white; text-align: left;">in melius provocati</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> sunt, tantam exstitisse commutationem, </span><span style="background-color: white; text-align: left;">ut ex luxuriosis</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> ac turpibus sobrii et castissimi </span><span style="background-color: white; text-align: left;">ex</span><span style="background-color: white; text-align: left;"> ferocibus et inmanibus mitissimi ac mansuetissimi redderentur". </span></span></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-11027976354399997042020-12-25T17:14:00.002-03:002020-12-25T17:14:37.797-03:00Navidad 2020<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">“El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz” (Is 9,2). <b>La Navidad es un giro en la historia</b>, un resplandor que nos deja verlo todo de un modo nuevo. Uno puede cerrar los ojos, pero Jesús es y siempre será la luz del mundo. </span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><i>La Navidad es Cercanía.</i> Dios se acerca hasta el extremo de hacerse hombre. Salva la distancia infinita con un amor infinito. <b>Se abaja para alzarnos</b>. Como Buen Pastor sale en busca de la oveja perdida asumiendo los costos de enfrentar a los lobos. Como Buen Samaritano cambia de planes para socorrernos a nosotros, heridos al costado del camino. Jesús nos unge y nos venda y nos lleva a la Posada que es la Iglesia, donde el Espíritu cuida de nosotros. La Navidad es salir de uno mismo en busca del otro, haciéndonos prójimos de todos, especialmente de los que menos cuentan a los ojos del mundo. </span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><i>La Navidad es Presencia.</i> Dios está con nosotros, Jesús es el Emanuel. <b>Dios no se muda, decía santa Teresa</b>. El desafío es no olvidarlo. La Encarnación es cosa seria, es un compromiso irrevocable con nuestra carne, con nuestra historia, con nuestra tierra. Y nosotros, ¿dónde estamos? ¿con quién estamos? ¿cómo estamos? Jesús no se asusta nunca sino que permanece siempre a nuestro lado, todos los días hasta el fin del mundo. Y eso constituye todo un signo para nuestra cultura de la evasión.</span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><i>La Navidad es Ternura</i>. Jesús es tierno, suave, vulnerable. <b>Es un mofletudo simpático, literalmente adorable</b>. Y es Dios. Así es Dios. El Todopoderoso elige no apabullarnos sino desarmarnos de otra manera, mediante el cariño. La Navidad es la fiesta del deshielo, la fiesta en que redescubrimos que nuestro corazón fue hecho para amar y dejarse amar. No tengamos miedo del amor de Dios. </span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">“No había lugar para ellos en el albergue” (Lc 2,7). Jesús nace para todos. Es una alegría no sólo mía, ni tuya sino de todos. Pero no todos lo saben. Por eso no le hacen lugar. <b>Él no necesita mucho espacio sino lo mínimo indispensable</b>. Cinco panes y dos peces. Un poco de levadura en la masa. Un grano de mostaza en tierra buena. Tan solo una rendija que deje entrar Su luz. También hoy la Navidad es un acontecimiento marginal, desapercibido o, quizás peor, deliberadamente ignorado. También nosotros cerramos las puertas con mil excusas sin darnos cuenta de que Jesús “no quita nada y lo da todo” (Benedicto XVI). </span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><span style="text-align: left;">“Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lc 2,7). Cuánto dice esta imagen de una madre que abraza y protege, que se hace cargo de la vida que llega indefensa pero promisoria. <b>Que María nos enseñe a recibir a Jesús, resguardándolo del frío de nuestra indiferencia.</b> Sí, que el Padre nos conceda hacernos cargo de esta Buena Noticia, del don inmenso e inmerecido del bautismo, de esta fe sencilla pero luminosa que nos llena el alma de esperanza y gratitud. </span><span style="text-align: left;"> </span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="color: #073763;">“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado” (Is 9,6). No es un niño cualquiera. Es el Hijo de Dios, el Salvador. ¿De qué nos tiene que salvar? Cada uno sabrá. <b>No deshonremos al Médico que viajó tanto para curarnos</b>. Hagamos silencio, mostrémosle nuestras heridas y entonces sí celebremos abiertamente, sin vergüenza, la vida nueva, la vida santa, la vida indestructible de los hijos de Dios.</span></span></div></div>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-14637388885876098622020-12-14T16:32:00.004-03:002020-12-17T08:34:02.985-03:00Ser o no ser<p style="text-align: justify;"> <span style="color: #073763;">Hace tiempo que vengo preguntando, sin mucho eco, hasta dónde se estira la identidad católica.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><b>¿Puede uno ser católico y a la vez sostener que el aborto no es un pecado?</b> No es una cuestión de laboratorio sino una situación seria que se repite en muchos lugares. El presidente electo de los Estados Unidos, por ejemplo, dice ser católico pero no tiene reparos en promover el aborto planificado. Lo mismo ocurrió aquí en Argentina durante el debate de 2018 y vuelve ahora en 2020. Representantes de distintos partidos políticos votan por el aborto sin por ello sentir que su cristianismo tambalea. Sin embargo, el Presidente Alberto Fernández ha ido más lejos que ningún otro: </span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><span> </span>"Yo hice campaña con esta idea [del aborto]... y si bien yo soy católico, y muchos católicos piensan que el aborto es un pecado (...) aun así quiero confesar que soy un católico que cree que el aborto no es un pecado. Porque también en la historia del derecho canónico no siempre han tenido la misma mirada. Usted encuentra textos de san Agustín y santo Tomás donde ellos aceptan el aborto, en lo que ellos llaman antes de que el alma ingrese al cuerpo del feto. Claro. ¿Y cómo dirimían eso? Entre los 90 y 120 días (...) Los Padres de la Iglesia san Agustín y santo Tomás decían que, mientras que el alma no entrara al cuerpo, el aborto era posible (...) Pero marco esto para tratar de demostrar que ni siquiera en la Iglesia hubo una mirada unánime sobre esto en sus orígenes" (Entrevista en Minuto Uno por C5N del 10 de diciembre de 2020).</span></p></blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">No transcribo las disquisiciones filosóficas-embriológicas del Presidente. Basta constatar con estupor la seguridad con la que expresa groseras falsedades teológicas. En realidad las falsedades no son sólo teológicas sino además históricas, porque existe una disciplina llamada historia del pensamiento. Y nadie con un mínimo de rigor intelectual puede decir que santo Tomás o san Agustín "aceptaban el aborto". </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Fernández se alza como maestro de doctrina católica ilustrando a la Iglesia que, según parece, no sabe lo que sus doctores realmente han enseñando. Y eso salpicando frases como "muchos católicos <i>piensan </i>que el aborto es pecado", o "soy un católico que <i>cree</i> que el aborto no es un pecado".</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-7EAIuYlmwN8/X9eRuY9vymI/AAAAAAAAA0o/uBeePzSRjFg9sPxe9GulS0M6jpaO4SZywCLcBGAsYHQ/s1180/Captura%2Bde%2Bpantalla%2B2020-12-14%2Ba%2Bla%2528s%2529%2B13.23.11.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="color: #073763;"><img border="0" data-original-height="669" data-original-width="1180" src="https://1.bp.blogspot.com/-7EAIuYlmwN8/X9eRuY9vymI/AAAAAAAAA0o/uBeePzSRjFg9sPxe9GulS0M6jpaO4SZywCLcBGAsYHQ/s320/Captura%2Bde%2Bpantalla%2B2020-12-14%2Ba%2Bla%2528s%2529%2B13.23.11.png" width="320" /></span></a></div><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><b>¿Puede uno ser católico y sostener a la vez que el adulterio no es un pecado? ¿O la mentira? ¿Puede uno sostenerlo obstinadamente, públicamente?</b> La doctrina y la moral, ¿son dos ámbitos separados? No se habla aquí del pecado cometido a causa de la propia debilidad. Todos somos pecadores. Se habla de la justificación del pecado, de su defensa.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Navegando por la web descubro que Fernández ya se había expresado antes de esta manera. Y el que quiera podrá encontrar fácilmente respuestas sólidas a semejante macaneo. Pero la cuestión sigue en pie: ¿existe algo así como una identidad católica? ¿En qué momento se deja de ser católico? Es verdad que en determinadas épocas se abusó de la autoridad magisterial, pero en este terreno no sólo se puede pecar por exceso sino también por defecto. El Nuevo Testamento ofrece numerosos ejemplos de cómo la comunidad cristiana debe custodiar su identidad. Si no lo hace se expone a la corrupción. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">¿Le falta a nuestra Iglesia la sabiduría popular cifrada en el refrán <i>el que calla otorga</i>? Cuando nada se dice crece la confusión. Y eso hace que, aquí y allá, en el Norte y en el Sur, el nombre de católico resulte una etiqueta cómoda, incluso redituable, pero a la larga intrascendente.</span></p><div style="text-align: center;"><span style="color: #274e13;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><b>¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien, <br /></b></span></span><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><b>de los que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas,</b><br /></span></span><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><b>de los que vuelven dulce lo amargo y amargo lo dulce!</b></span></span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="color: #274e13; font-family: inherit; font-size: xx-small;"><br /></span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="color: #274e13; font-family: inherit;">Isaías 5,20</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="background-color: white; text-align: left;"><span style="color: #274e13; font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><i>Nota bene. </i>Podría citar aquí muchos testimonios del grave deber que tenemos los pastores en relación al oficio de enseñar. Y cómo los santos reprenden a los que callan la verdad por temor. Pero eso queda para otra ocasión. </span></div><p style="text-align: justify;"></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5602749573349355486.post-42165113949111336622020-12-11T07:49:00.006-03:002020-12-17T08:34:16.106-03:00Dura lex<p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Por un diálogo honesto.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;"><i>Dura lex, sed lex </i>decían los romanos. La ley puede entenderse como mera convención humana o como el reflejo de un orden intrínseco. Pero ¿qué justicia puede esperarse si la ley depende del capricho del legislador? Sin el respaldo del <i>ius</i>, la <i>lex</i> pierde referencia moral. Y puede llegar a ser un instrumento de suma injusticia. "Si el gobernante promulga leyes que sobrepasan los poderes que tiene encomendados... tales disposiciones tienen más de violencia que de ley. Porque, como dice san Agustín en I <i>De lib. arb</i>.: la ley, si no es justa, no parece que sea ley" (STh I-II 96,4 sol).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Llama la atención que teniendo todavía fresca la memoria de los atropellos de las dictaduras del siglo XX no seamos más exigentes al momento de fundamentar nuestras leyes. ¿En verdad seguimos adhiriendo al positivismo jurídico? ¿No nos merecemos una autocrítica?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Ley verdadera es la que siembra la justicia. ¿Y cómo se reconoce lo justo? Mediante la razón. Qué progresista resulta santo Tomás, tan ignorado en estos días: "la disciplina humana debe someterse en primer lugar al orden de la razón, lo que se indica con la palabra «justa»" (STh I-II 95, 3sol).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Entremos ahora en materia. ¿Tiene el legislador poder para decidir sobre una vida humana? No. ¿Es el embrión una vida humana? Sí. ¿Quién lo dice? La ciencia genética. ¿Y qué pasa si esa ley altera mis planes? <i>Dura lex, sed lex</i>. Porque la defensa del que está por nacer refleja una sabiduría de siglos y siglos, que no depende de la inteligencia de unos pocos sino que constituye la piedra fundamental de toda convivencia humana: no matarás. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">¿Es que ya no corre lo de Cicerón? <i>Salus populi suprema lex est - la suprema ley es la salud del pueblo, su sanidad, su bien </i>(<i>De legibus </i>3,3). ¿Es el embarazo una enfermedad? ¿Qué bondad hay en legislar para interrumpir la vida que llega como un don? Una nación que aborta es una nación más pobre, más traumada; menos dotada, menos alegre.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #073763;">Los defensores del aborto dicen hablar en nombre de la razón. Pero cuál es esa razón que no encuentra asidero en la ciencia, sino más bien contradicción. Me gustaría, sinceramente, que pudiéramos hablar sobre esto. </span></p><p><br /></p>AFDChttp://www.blogger.com/profile/15957567240632190886noreply@blogger.com1