sábado, 19 de marzo de 2011

La crisis de la Iglesia alemana

En febrero último se desató en Alemania un vendaval que desnuda una crisis eclesial que no es ninguna novedad. Un grupo de renombrados teólogos, que fue en aumento hasta superar el número de 300, suscribió un "memorandum". El escrito en cuestión se presenta como "una necesaria salida" en pos de la libertad.

La propuesta generó una reacción en sentido contrario por parte de muchos fieles, no siempre teólogos, que llamaban a los obispos a resistir la presión y a no claudicar en la fe. ¿Sensus fidelium? Curiosamente, este manifiesto (con más de 1300 firmantes) no recibió igual atención por la prensa y otros sitios web especializados.

Volvamos al "memorandum". Se plantea una renovación de la Iglesia como algo urgente, y ello como respuesta a la crisis originada por la denuncia de abusos sexuales. Mi opinión al respecto es que la crisis ya tiene larga data. Por otra parte, las preocupaciones del memorandum están en la línea de los reclamos de una cultura secularizada. A mi juicio hay aquí una peligrosa miopía. Se calibran mal las prioridades y se elude lo que, humildemente entiendo, es el núcleo de la crisis alemana: la incapacidad para transmitir una experiencia integral de fe (ortodoxia y ortopraxis en el marco de una tradición creativa y a la vez fiel a sí misma) . Los temas sugeridos son: estructuras de participación, comunidad, cultura jurídica, libertad de conciencia, reconciliación, celebración.

A raíz de los escándalos se quieren "revisar" mecanismos de comunicación y de poder. Siempre bienvenida la purificación, pero ¿dónde estuvo la teología todo este tiempo? ¿Por qué no empiezan el examen de conciencia por sí mismos, lo cual sería más evangélico? Ni un asomo de autocrítica. Entre tanto, sigue en pie aquello de la paja en ojo ajeno y la viga en el propio. Se habla de la falta de vocaciones, ¿y qué responsabilidad le cabe a una teología árida, muchas veces falta de piedad y casi siempre replegada sobre sí? ¿Es hoy día la teología una ayuda o un obstáculo para la fe? ¿Por qué manifestarse con panfletos y gestos de propaganda en vez de esgrimir la contundencia de las razones (teo-logía)?

El escrito me parece vago, máxime viniendo de gente que hace un culto de la precisión. Hay expresiones que no pueden sino ser intencionalmente equívocas: "se necesitan mujeres en el ministerio ordenado". ¿Sacerdocio o diaconado? Dado que era simple escribir "diaconado", hay que suponer que promueven el presbiterado. Sobre el tema cf. la última página del Denzinger-Hünermann.

Lo referido al respeto de la conciencia, apelando a la adultez del cristiano pero vinculándola al "amor responsable" entre personas del mismo sexo, es bien difícil de explicar. Nuevamente la imprecisión que suena a sofisma. ¡Que se digan las cosas con claridad; pero que además se digan con fundamentos! Si este memo pretende ser un principio de diálogo, hay que reconocer que le falta aquella sinceridad y claridad básicas para el intercambio edificante. Quizás deberíamos volver a "Ecclesiam suam" 31 de Pablo VI.

Valga un tirón de orejas para muchos obispos que han dejado crecer esta teología tan poco eclesial (aunque diga lo contrario). Es verdad que los teólogos tienen competencia propia y ejercen un cierto magisterio: munus docendi. Sin embargo, yo diría que esta teología alemana, obsesionada por el "poder" de la jerarquía, tiene ella misma mucho poder, mucha prensa, muchos medios... Y lo que no tolera es no tener la última palabra. Hay una cosa que la teología debería saber bien: Jesús eligió en Pedro a un pescador, y a él le encargó la Iglesia. Y es al pescador a quien Cristo le prometió su oración para que fuera capaz de confirmar a sus hermanos. Agunos empero, se empeñan en cumplir esa función sin ocupar ese lugar.

Quisiera recordar una anécdota del siglo V que nos puede ayudar. A la hora de valorar el concilio de Calcedonia, un obispo respondió que él juzgaba "piscatorie", "non aristotelice". No entraba en las sutilezas de los filósofos pero sí podía hablar como pescador, es decir como sucesor de los apóstoles. Sin caer en falsas dicotomías ni en fideísmos, tenemos que defender la existencia del carisma propio del ministerio episcopal. Lo peligroso del asunto es cuando el discípulo quiere ser más que el maestro. Me parece recordar que el evangelio se dice que eso no es posible. Hago mis votos para que la teología alemana recobre la síntesis que la hizo gloriosa. La renovación llega desde dentro, desde el Evangelio, no desde la imposición de una agenda dictada por el Zeitgeist (espíritu de la época).

Una cosa está clara para todos. La Iglesia alemana está en crisis. Habrá que ver cuál de las dos perspectivas capta mejor dónde reside la enfermedad y el principio de curación. Entre tanto, celebramos el despertar y la convocatoria a un diálogo honesto.

PD: para los que quieran leer el memorandum en español: