martes, 17 de noviembre de 2015

San Roque y San Eleazar

2007 - 17 de noviembre - 2015

Celebramos hoy a San Roque junto con sus compañeros mártires. Se impone por tanto una breve meditación sobre el martirio en su acepción originaria de testimonio. No un testimonio cualquiera sino el del amor hasta el extremo, el de una fe sin reservas, el de una esperanza contra toda esperanza.

En un primer momento, esta fiesta parece tener poco que ver con la primera lectura (2 Mac 6,18-31). De un lado, el Río de la Plata en el siglo XVII: contexto guaraní. De otro lado, Tierra Santa durante el siglo II a.C.: contexto helenista. Las distancias, sin embargo, quedan salvadas por el denominador común de un testimonio valiente hasta la muerte. 

Para el que sabe mirar avanzamos siempre "rodeados de una nube de testigos", como dice la Carta a los Hebreos (Hb 12,1). Por eso la Iglesia incluyó a Eleazar en el martirologio; porque él fue, a su manera, anticipadamente, testigo de Cristo. Eligió el suplicio y el desprecio antes que renegar de su fe. Fingir en su caso, considerando su ancianidad, hubiera sido un escándalo.


En efecto, Eleazar era muy consciente del rol que jugaba en la comunidad. Y eso resultó un motivo más para no claudicar, tanto frente al tribunal externo como frente al tribunal interno, es decir, el de la propia conciencia. También los sacerdotes asumimos el día de la ordenación un rol ejemplar, no por mérito personal sino por el ministerio confiado -gracia pura del llamado-. Quiera Dios que nunca lo olvidemos. Que podamos, al igual que Eleazar, enfrentar las pruebas cotidianas y también las extraordinarias honrando la dignidad propia del presbítero, del anciano que lleva sobre sí no sólo el peso de su vida sino el de la comunidad que se le ha encomendado pastorear.



sábado, 14 de noviembre de 2015

VIIº Estación

PARÍS cae por segunda vez. Primero en enero y ahora en noviembre. Y en esta nueva caída la herida del miedo y la impotencia se vuelve mayor. No sólo por la magnitud sino más bien por la recurrencia. Y por lo indiscriminado del ataque. El estrépito de la caída también tiene que ver con lo que simboliza la ciudad luz. La violencia asesina golpea el corazón de la cultura occidental: la razón, la libertad, la fiesta. 


JESÚS también cae. Porque en la carne del más pequeño sufre y goza el mismo Dios. Porque se hizo de los nuestros para compartir nuestra suerte, identificándose con los ultrajados que no encuentran justicia ni defensa ni reparación. Caída doble, en verdad, porque no sólo cae con las víctimas sino también con los victimarios. Cae también en el fracaso de un Evangelio rechazado, de una humanidad que no reconoce la dignidad del prójimo. Jesús cae con y por todos. 

¿Hasta cuándo este via crucis? Dios sabe. ¿Qué sentido tiene? Dios sabe. Él nos conceda mansedumbre y paciencia, para no ser vencidos por el mal sino vencer al mal a fuerza de bien (Rm 12,21). Levantémonos con Jesús... todavía nos espera un largo camino.


En estas horas pocas reflexiones parecen más oportunas que las de Bono (U2), cuando luego de los atentados en Londres, introdujo la canción Miss Sarajevo en Milán (21/7/2005).

Nos gustaría dedicar esta canción a los que perdieron sus vidas en Londres la semana pasada; a los que hoy están mutilados y heridos. Nos gustaría transformar nuestra canción en una plegaria: la plegaria es que no nos convirtamos en un monstruo a fin de derrotar un monstruo. Ésa es nuestra plegaria.


We'd like to dedicate this next song to those who lost their lives in London last week; who are maimed and injured today. We would like to turn our song into a prayer; the prayer is that we do not become a monster in order to defeat a monster. That's our prayer.