sábado, 20 de agosto de 2011

JMJ 2011: Una reflexión

Lamento ceder a la agenda que imponen los diarios. Pero así es como funcionan las cosas. Resulta que antes de empezar, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ya era noticia y no por su especificidad sino en razón de su resistencia. Siempre está el que cacarea y también está el que decide hacerse eco.
Un puñado, honestamente no sabría cuántos, protesta por la JMJ de Madrid. Les parece que en tierra de indignados es un despilfarro invertir en semejante organización. Frente a ello propongo dos brevísimas consideraciones.
1. Las razones económicas aducidas en contra de la JMJ no sólo parecen débiles sino que podrían transformarse en un argumento rotundo a su favor. Dado que se estima la participación de 1,5 millones de personas, ¿quién duda de lo que eso significa a nivel de inyección económica? ¿No dinamiza el mercado esa presencia? Pasajes y tasas, hospedaje y alimentación, paseos y compras; todo eso significa movimiento y vidriera turística. Además, cabe aclarar que los jóvenes participantes han desembolsado desde el vamos un total de 31,5 millones de euros -lo que representa un 70% del costo total de la Jornada. A ello hay que sumar la contribuciones de entidades patrocinantes y donantes particulares. ¿Cuánto ha desembolsado realmente el Estado español? ¿Cuánto se beneficia de todo esto? Visto desde los números, no hay razón para la protesta... y menos para que se le preste tanta atención.
2. Esta protesta bien podría ser una parábola de la estrechez mental que aqueja actualmente a España y que explica, hasta cierto punto, la crisis. ¿Qué mal puede representar una congregación de jóvenes en torno a la figura de Jesús? ¿No quisiéramos todos vivir la honestidad, la solidaridad y el perdón? ¿Acaso no tenemos necesidad del respeto a la creación y al prójimo, de gratitud hacia nuestros mayores, de pasión por el presente y de compromiso con el futuro de las generaciones? Hace tiempo que está de vuelta la vieja verdad de la interdisciplinariedad. La economía no es un universo aislado sino que vive de otros valores no cuantificables, como la confianza y la transparencia: cf. Lección Madoff 1. Sería bueno decirles a estos manifestantes, a los que "están en contra de", a los que eternos defensores de la vereda de enfrente, que mucha necesidad tiene España (y su economía) de la prédica cristiana. El desarrollo sólo merece tal nombre si es integral; allí donde verdad y caridad confluyen (cf. Benedicto XVI, Caritas in veritate. Sobre el desarrollo humano integral, 2009). No es de ahora el diagnóstico que ve a España como alejada de sus raíces y embarcada en un afán consumista que contrasta con la sabia austeridad de otrora. Hagamos votos para que, apelando a sus inmensas reservas espirituales (no sólo católicas) y alejada de escaramuzas que la pintan feo, pueda resurgir reconciliada y motivada por más amplios horizontes.