domingo, 13 de octubre de 2019

San Juan Newman

La canonización de Newman, como la de cualquier otro bautizado, es el reconocimiento de la obra de Dios en un hermano de camino. Es la declaración solemne de un modelo concreto a seguir, el triunfo de la gracia en una historia de libertad, con sus luces y sus sombras. Por eso lo que se ofrece como estímulo y ejemplo es la totalidad de la figura. Sin embargo, no cabe duda de que cada santo tiene sus rasgos característicos. 

En el caso de Newman podría decirse que su originalidad consiste en lo que se ha dado en llamar la santidad de la inteligencia [1]. El cardenal inglés buscó siempre la verdad. Y obró en consecuencia sin ahorrarse los sufrimientos que eso suponía. Entre múltiples ejemplos recordamos una frase que lo pinta de cuerpo entero. Lo encontramos varado en Sicilia, más precisamente en Leonforte, lejos de su hogar, más que enfermo, moribundo. Tiene 32 años. Su asistente lo ve tan desahuciado que le pregunta cuáles son sus últimas indicaciones. "Se las di, como quería; pero le dije «no moriré». Y repetí, «no moriré, porque no he pecado contra la luz, no he pecado contra la luz». Nunca pude entender lo que quise decir".


Estremece escuchar una confesión tan firme, surgida a su vez de una conciencia tan aguda, para nada concesiva. Tanto más nos admira por cuanto el mismo Newman reconoce el misterio que rodea el episodio. Por de pronto, es interesante descubrir el reflejo de su espíritu en semejante situación límite. No habló la razón discursiva, la que avanza por silogismos, sino la inteligencia, esa dimensión del espíritu cuya característica es la intuición. Por otra parte, el hecho cobra sentido con el correr de los años. Como una profecía llegada desde el futuro, aquel "no he pecado contra la luz" irá desplegando paulatinamente su verdad.  Finalmente, la sentencia también revela, incluso de modo inconsciente, el sentido de la misión que habitaba a Newman. 

Quisiéramos decir tanto más. Sólo agregamos que no es autor fácil, al menos no para nuestro tiempo, pero con frecuencia nos sorprende con expresiones que llegan al alma, por la sencilla razón de que siempre puso en práctica lo que consignó como lema cardenalicio: cor ad cor loquitur - el corazón habla al corazón. También por esto el cardenal inglés es una luz para todos los que buscan la Luz. 

Lead, Kindly Light *
Lead, Kindly Light, amidst th'encircling gloom,
Lead Thou me on!
The night is dark, and I am far from home,
Lead Thou me on!
Keep Thou my feet; I do not ask to see
The distant scene; one step enough for me.
I was not ever thus, nor prayed that Thou
Shouldst lead me on;
I loved to choose and see my path; but now
Lead Thou me on!
I loved the garish day, and, spite of fears,
Pride ruled my will. Remember not past years!
So long Thy power hath blest me, sure it still
Will lead me on.
O'er moor and fen, o'er crag and torrent, till
The night is gone,
And with the morn those angel faces smile,
Which I have loved long since, and lost awhile!
Meantime, along the narrow rugged path,
Thyself hast trod,
Lead, Saviour, lead me home in childlike faith,
Home to my God.
To rest forever after earthly strife
In the calm light of everlasting life.
*Poema escrito en 1833, en el viaje en el que su vida corrió serio peligro.

[1] J. Maritain escribió que "la santidad de Santo Tomás es la santidad de la inteligencia".