martes, 6 de junio de 2023

Implicancias de la misión

El siguiente pensamiento de Hans Urs von Balthasar surge con motivo de Teresa de Lisieux, pero vale para toda vocación humana. 

"Nada hay más delicado, nada más frágil que una misión. Se la daña insensible, pero también sensiblemente, y hasta puede quebrársela total e irreparablemente. Manos groseras, que andan a tientas, aun con buena voluntad, pueden echar muchas cosas a perder. Dios no mete a sus santos bajo la campana neumática, sino que los echa en medio del áspero ambiente del mundo pecador, de la pecadora cristiandad" (H.U.v. B., Teresa de Lisieux. Historia de una misión, Herder, 91).

La misión que cada uno recibe, o mejor, que cada uno es, no es un mandato a-temporal sino un llamado histórico. Cada uno forma parte de una trama más amplia, de manera que la propia misión condiciona y es condicionada siempre, para bien o para mal, por otras misiones. Nacer no implica ser arrojados, como diría el existencialismo nihilista, sino ser enviados en el Hijo. Es la lógica de la Encarnación, que asume el mundo como es, adentrándose en él precisamente para imprimirle una gracia nueva. Pero semejante honestidad hace que el encuentro resulte dramático, es decir, pascual. La idea de una campana espiritual no es cristiana sino gnóstica. Porque el Espíritu de Dios no es sinónimo de evasión sino de compromiso. "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo al mundo" (Jn 3,16).