sábado, 24 de marzo de 2012

Memoria y Reconciliación

24 de marzo de 2012. Sábado IV de Cuaresma. Leemos Jn 7,46: "Nadie habló jamás como este hombre". Jesús es la novedad encarnada, él es la buena noticia. Admira y atrae tanto el modo como el contenido de su mensaje. En todo lo que dice y hace se percibe algo inefable, algo que no es de este mundo. Es un no sé qué sagrado que invita a la reverencia.

24 de marzo de 2012. Es feriado nacional en Argentina. Día nacional de la memoria por la verdad y la justicia. ¿Qué nos dice Jesús? Nos habla como nadie supo hacerlo. Nos dice lo que ninguna lógica humana pregona: la misericordia del Padre es inmensa y está entre nosotros. A todos se nos da porque todos la necesitamos. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” (Jn 8,7). Él nos invita a vivir un amor hasta el extremo, un amor tal que nunca sospechamos. Sentimos que ese amor nos excede, que supera nuestras fuerzas…. Él nos dice que es posible, es nuestra vocación, nuestra verdadera identidad, nuestra plenitud. “Nada es imposible para Dios” (Lc 1,37). “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13).

Memoria por la verdad, la justicia y la reconciliación. Un católico, un cristiano hace memoria en el marco de la gran memoria del Señor. Siempre. No una memoria rancia, archivística. La memoria viva y cultual. Es la memoria litúrgica donde no vamos del presente al pasado (como quien recuerda), sino que el pasado viene a nuestro presente haciéndose actual. Una memoria contemporánea en la que la fuerza del acontecimiento se me ofrece tan fresca como la primera vez. Porque es esa primera y única vez… aquí y ahora. Esta memoria tan particular se llama “memorial”. La Iglesia siempre entendió la Misa como memorial del Señor.

Quiera Dios que los argentinos bautizados, que somos muchos, hagamos memoria a lo cristiano. Que no reneguemos de nuestro Maestro. Que no lo desdigamos con nuestros sofismas. Que busquemos la verdad, sí, la que libera (Jn 8,32). Y que busquemos la justicia, la que se sabe superada por la caridad. Y que busquemos la reconciliación, la que engendra hermanos y permite proyectar seriamente una familia. Memoria y Reconciliación. Verdad y Perdón. Justicia y Misericordia. “Y comenzó la fiesta” (Lc 15,24).

Desde el Santuario Jesús Misericordioso

Pues en una humanidad dividida
por las enemistades y las discordias,
sabemos que tú diriges los ánimos
para que se dispongan a la reconciliación.

Por tu Espíritu mueves los corazones de los hombres
para que los enemigos vuelvan a la amistad,
los adversarios se den la mano,
y los pueblos busquen la concordia.

Con tu acción eficaz puedes conseguir, Señor,
que el amor venza al odio,
la venganza deje paso a la indulgencia,
y la discordia se convierta en amor mutuo.

Plegaria eucarística para la Reconciliación II