domingo, 21 de septiembre de 2014

Calvary (2014)

Qué reconfortante saber que la fe cristiana sigue inspirando belleza. Anoche tuve oportunidad de ver una película del todo singular. El cine es arte y el arte expresa nuestra condición espiritual.

Calvary es una producción irlandesa de notable fotografía y sólidas actuaciones que sigue el hilo de un relato intenso. El guionista y director John Michael Mc Donagh logra adentrarnos en la piel de un sacerdote que avanza en medio del trigo y la cizaña de su feligresía y de su propio corazón. La vida emerge compleja como es, fascinante y densa, sin necesidad de aditivos que distraigan. 

Las grandes preguntas surgen por sí mismas, no de manera forzada sino por las circunstancias de los diversos protagonistas. La existencia humana es cosa seria. Me refiero a la seriedad de la ternura y la integridad, de la virilidad y la abnegación, pero también de la tentación y la frivolidad, de la ruindad y la muerte.


Calvary ofrece la oportunidad de (re)pensar la vida y la fe desde una mirada profunda, nada superficial. Me detengo en particular en la vocación sacerdotal, tan bien retratada: cotidiana, trabada, por momentos incomprendida y solitaria, dialogando con lo más excelso y lo más miserable.

La trama es espesa pero dinámica a la vez. Tiene mucho de suspenso humano pero en el fondo es un itinerario místico. Dios quiera que muchos puedan saltar a este segundo nivel, porque vale la pena. De todas maneras, la película hiere en el mejor de los sentidos. Nos lleva a la entraña, suscita sentimientos de empatía, sosiega y perturba. La belleza conmueve y nos despierta invitándonos a una mayor lucidez. Qué sublime es la vocación humana.   







No hay comentarios: