jueves, 8 de octubre de 2015

La paciencia del converso

Esta noche se cumplen exactamente 170 años de la conversión de John Henry Newman. El 8 de octubre de 1845 Newman empezó su confesión con el padre pasionista Dominic Barberi, lo que habría de concluir el día siguiente, el 9 de octubre. El episodio es una parábola elocuente de toda su vida: avanzar progresivamente de la noche a la luz, a Cristo, Sol de justicia (Mal 4,2). De hecho, eso es lo que expresa su epitafio: una peregrinación ex umbris et imaginibus in veritatem - desde las sombras e imágenes hacia la verdad.


Mucho podría y debería decirse de este hombre de Dios, íntegro, abnegado, veraz, sensible, sufrido y leal. Recordémoslo con un párrafo de sus Letters & Diaries. El contexto es el de la oposición del arzobispo Manning y la cuestión de si corresponde o no una autodefensa. Su postura es que ésta sólo se impone cuando se impugna la fe o la propia integridad. Por ende, en este caso, resta esperar, confiando en el Señor de la historia. 

"Considero que, en cuanto a este mundo, el tiempo es el gran remedio y el vengador de todos los males. Si somos pacientes, Dios trabaja en nuestro favor. Trabaja para quienes no trabajan para sí mismos. Claro, un rumiar interior sobre las injusticias no es paciencia, pero recordarlas con miras al futuro es paciencia" (LD XXIII, 16, citado en: I. Kerr, John Henry Newman, Palabra, 2011, 605).
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Post data. Cuán cerca está de este pensamiento von Balthasar. "El tiempo es tan largo como la gracia. Entrégate a la gracia del tiempo” (Das Herz der Welt, Johannes, 2002, 13).

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