jueves, 9 de abril de 2020

Sobre el ayuno eucarístico de la cuarentena

Un jueves santo sin Misa crismal. Una Misa de la cena del Señor sin comunión para los fieles. Inédito pero no absurdo. Todo acontece para el bien de los que aman al Señor, dice Pablo.

Dios es el Señor de la historia. ¿Qué nos dice la abstinencia eucarística forzada? No hace falta ser muy sagaz para descubrir un llamado a reconsiderar nuestra manera de comulgar. Los que no pueden hacerlo están invitados a experimentar vivamente el deseo de recibir a Jesús sacramentado. Recordemos lo de san Agustín: "Tu deseo es tu oración". Los que sí podemos comulgar estamos llamados a honrar este privilegio sabiendo cuánto quisieran otros estar en nuestro lugar. Quizás surja en muchos la conciencia de tantas comuniones rutinarias, malgastadas. Más de uno dirá: ¡con qué gusto comería yo el pan consagrado! Con frecuencia ciertas distancias nos hacen el favor de valorar mejor aquello o aquellos que teníamos siempre a nuestro lado. Quiera Dios que esta abstinencia termine pronto y que entonces todos podamos comulgar mejor. Cada uno sabrá (o podrá rezar) lo que eso significa.

De todos modos, también debemos saber que pasada la cuarentena seguirá habiendo comunidades sin comunión. No por motivos sanitarios sino por falta de sacerdotes. Que la abstinencia nos enseñe, entonces, a llevar en el corazón a esos hermanos hambrientos de eucaristía que pese a ello viven con alegría y paz el Evangelio.

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