sábado, 7 de abril de 2012

Triduo pascual

El tino de la liturgia:

agradecida, sobria, dolida, maravillada, exultante.


La memoria del éxodo.

La meticulosidad de san Pablo.

La solemnidad de san Juan.

El lavado de pies.

La adoración silenciosa.

La soledad del huerto.

La discreción de las velas.

La vigilia orante y somnolienta.


El sagrario vacío.

El drama del relato.

El grito desgarrado y luego el mutismo.

La intercesión universal.

La nobleza de la cruz.

El corazón traspasado.

Las lágrimas de María.

El realismo del via crucis.

La sangre que redime.

Las calles como venas.

El paso sereno.

Los cantos de siempre.

Los vecinos desde las ventanas.

Y la contundencia del sepulcro.


El suspenso del sábado.

Día de vacío y medias voces.


La oscuridad del templo.

El calor del fuego santo.

La dignidad del cirio.

La explosión del anuncio pascual.

La riqueza de la Palabra.

La liberación del aleluia.

Las letanías a los santos.

La pureza del agua nueva.

La vitalidad de la fuente bautismal.

El trigo molido.

La uva exprimida.

La fracción del pan.

La copa que reconforta.


Los rostros amigos.

Las gracias secretas.

Los niños, que todo lo miran y todo lo preguntan.

Las viejas que sostienen las columnas

y reman en la barca más que nadie.

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